La vida de los campesinos panameños es dura. Se nota en sus caras. Trabajan con el machete en mano plantando y limpiando sus cultivos bajo un sol abrasador.
Tienen la costumbre de hacer lo que ellos llaman "una junta". La junta es una reunión comunitaria de familia y amigos para llevar a cabo una tarea determinada que puede ser la construcción de una casa de barro y madera ("casa de quincha") (Video 1), limpieza de los maizales, yucales, la molienda de la caña (Video 2), cosechar el maíz o arroz.
Video 1. La Junta de Embarre en el interior de Panamá.
Video 2. La molienda de la caña en Panamá.
Las mujeres madrugan para preparar la comida para todos los que se apuntan a la junta. Y los hombres desde tempranas horas se ponen manos a la obra en lo que han decidido hacer.
El trabajo lo hacen de forma armoniosa, acompañándolo en el campo con el salomar (Video 3), emisiones guturales melodiosas típicas de los campesinos panameños.
Video 3. La saloma panameña.
Si se trata de cosechar el maíz o las espigas de arroz, se llevan al campo una bebida fermentada que suele ser una chicha (maíz fermentado con dulce de panela) o Seco Herrerano, un licor nacional.
Rompen la monotonía de la tarea de vez en cuando para "echarse un trago" y hacer "una gritadera" (Video 4), un duelo o competencia entre los campesinos para ver cual de los participantes es el mejor.
Video 4. Una gritadera panameña.
Si se le presta atención al duelo de gritos del Video 4, los gritos nos recuerdan a canes oriundos del área (llamados "perros tinaqueros") que van ladrando desesperados detras de la presa. La cacería es una actividad cotidiana de los campesinos panameños. Posiblemente este fue el verdadero origen de este duelo de gritos. Se sabe que los pueblos imitan lo que les rodea.
En la gritadera de vez en cuando se percibe que dicen "algarrobo", un nombre con el que se conoce en Panamá al árbol Hymenaea courbaril. La gritadera sirve sin duda de catarsis para su salud mental.
Lo sorprendente de los habitantes del interior de Panamá es que son personas pacíficas. Prefieren hacer el amor en lugar de la guerra.
Un taxista de la Ciudad de Penonomé en la provincia de Coclé lo expresó muy bien cuando dijo que "de que sirve hacerse la guerra entre nosotros cuando después de 10 ó 15 años de pelear y miles de muertes se firma la paz, no tiene sentido la guerra. Mejor hacer el amor".
Con los campesinos panameños se puede hablar de cualquier tema. Están muy bien enterados de lo que ocurre en el ámbito nacional e internacional. Es gente sorprendente.
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