28 de marzo de 2013
Lo que saben sirve para atajar lo que no saben.
El autor
Fuente: El Blog Salmón |
Hemos llegado a un punto donde nuestras vidas se desarrollan dentro de una burbuja virtual. Estamos metidos en un mercado, un campo de batalla rodeados por millones de explosiones de información y desinformación.
Es un juego de naipes donde estamos jugando nuestra plenitud y sobre todo el desarrollo espiritual, conocernos a nosotros mismos para ya de una vez por todas poder dejar de matarnos unos a otros, dejar los miedos y rencores pleistocénicos atrás.
Debemos recordar que en esa época también adquirimos buenas cosas como la empatía y el amor pero no las sabemos aprovechar en toda su dimensión. Fallamos en nuestra manera de educarnos, apuntando siempre al egoísmo económico.
Ya que somos un ensamblaje de átomos y moléculas capaces de autoconocimiento, el átomo observándose a si mismo, al menos eso es lo que hasta hoy hemos podido descubrir y lo cual constituye el Regalo de las demás especies pues la Naturaleza construye sobre lo viejo, podríamos bien convertirnos en un ente iluminado, y por ende en un buen custodio de la Tierra.
¿Pero qué hemos hecho con ese Regalo? Lo hemos utilizado para el perjuicio de todos, salvo unas pocas excepciones.
La enorme cantidad de datos generados por la ciencia, la tecnología, la prensa, etc.... sumados a las mentiras salidas de la boca de los políticos y a los generados por las tramas diabólicas de la élite global es suficiente para marear, causar corto circuitos y enloquecer las neuronas de cualquier cerebro humano. Y demasiada para matar pues se utiliza más para el mal que para el bien.
Y de hecho, ya la mayoría de gente está loca, robotizada, reducida a un montón de carne programada para consumir y devorar los recursos del planeta.
Podríamos decir, descontando aquellos pequeños grupos de humanos que aún viven en los retazos de selvas que aún no han sido taladas y derrochadas y que están sometidos a sus propios programas sociales y culturales, que ya hay más de 6.000 millones de robots biológicos en la Tierra.
En las ciudades abundan los niños y jóvenes que tienen el cerebro literalmente desquiciado, especialmente entre los aficionados a los videojuegos y ya no saben distinguir la realidad, si es que hay tal cosa, de la mentira de la pantalla.
Y los adultos no se quedan atrás. Están tan tontos como sus hijos. Están sumergidos en el mercado de los miedos y las preocupaciones económicas, las pasiones, el sexo y las envidias.
El cerebro lo tienen bien lavado y atiborrado de datos que no saben si van ni vienen a pesar de que ellos piensan que van y vienen y que si vienen, piensan que sí saben pero no saben.
Pero no saben distinguir la verdad de la mentira. Están sordos a pesar de que tienen oídos para escuchar, pues no escuchan cuando piensan que saben lo que en realidad no saben. Peor aún si lo que no saben les amenaza lo que saben o lo que piensan que saben.
En fin, lo que saben lo utilizan para atajar lo que no saben.
Referencias
Kuhn T. S. (1996). The Structure of Scientific Revolutions. 3rd Edition. The University of Chicago Press, Chicago, IL, USA. 212 p.
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