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viernes, 21 de septiembre de 2012

EL RECURSO MAS VALIOSO PARA LOS CAPITALISTAS: EL GANADO HUMANO

Por Salvatore Scimino
21 de septiembre de 2012

Fuente: WebMD


La vida del conductor de ambulancias del hospital "La Tenaza" ya se había vuelto una rutina. Marciano Garabato hacía su trabajo de manera automática. Pero en esta ocasión llevaba más prisa de lo normal porque transportaba a la mujer de su hermano. Ella estaba a punto de parir. 

Acelerado y con la frente llena de gotas de sudor, tal vez porque esta situación le recordaba la pérdida de su hijo menor dos años atrás, él conducía el vehículo un poco alocado, asegurándose de que se apartaran los demás coches en el trayecto por medio del estruendo de la sirena.

La ambulancia dio la vuelta a la esquina y desde su asiento él ya podía ver la entrada al hospital. Su compañera paramédica que viajaba de copiloto al lado suspiró de alivio

Llegaron al hospital y rápidamente sacaron a la mujer y la pusieron en una camilla y se la llevaron para urgencias. La mujer próxima a dar a luz se notaba cansada y aletargada. 

El parto duró dos horas pero a ella le parecieron una eternidad para poder estrechar en los brazos a su futura criatura. Mientras eso ocurría, el marido de la mujer se paseaba por los pasillos del hospital para arriba y para abajo preocupado. Su boca estaba llena de gomas de masticar. Se metía una tras otra para calmar sus nervios. Un par de veces tosió desesperadamente y estuvo a punto de atragantarse con la masa pegajosa en su boca.

Después de hacer los análisis necesarios, cosas que deben hacer también por rutina el médico y las enfermeras, empaquetaron el producto de nueve meses de espera y se lo llevaron para que la madre lo arrullara. Ella con una sonrisa cariñosa lo recibió en sus brazos. 

Al poco rato entró su marido y él orgulloso exclamó: "¡Es un varón! Ninguno de los dos había querido saber el sexo del niño mientras éste nadaba en su océano miniaturizado y privado dentro del útero. La cadena milenaria de la vida había extendido otro eslabón hacia el futuro. 

El niño había aterrizado en una sociedad donde los humanos aún valoran más los testículos que una vulva. Las cosas poco han cambiado desde el Pleistoceno. Pero al menos ahora, si hubiese sido una hembra, no la descartarían como un estorbo. 

En algunas partes del mundo, como en las selvas del sur de Venezuela, los Yanomamö solían matar a las niñas recién nacidas y luego sufrían de una carestía de hembras y se veían obligados a guerrear, asaltar y matar a sus vecinos para robarles sus mujeres. Por otro lado, sin ir muy lejos, durante la Edad Media en Europa las hembras se convirtieron en una buena moneda para obtener una buena dote.

Son cosas que no deberían ocurrir pues tanto las hembras como los varones son de igual valor. Es más, hay ecólogos que consideran  a una mujer, al menos desde el punto de vista de la evolución, más valiosa que un hombre, pues es ella la que determina el ritmo del crecimiento de la población. Su embarazo dura unos nueve meses y ya pueden andar por allí intentado los hombres preñarla otra vez. Todo sería en vano. Deberán esperar hasta que se acabe su embarazo.

Por eso un óvulo es, en cierta manera evolutivamente, más valioso que un esperma. Los espermatozoide son producidos por millones diariamente en el saco reproductor del macho humano pero la hembra solamente produce un óvulo al mes. Energética y ecológicamente en las hembras humanas es caro producir óvulos y por el lado contrario fabricar espermatozoides para los machos resulta barato. Los machos son dispensables. Los campos de batallas sirven de testigos.

Los padres le clavan un nombre al niño

Mientras los padres acariciaban al bebé, a ella se le ocurrió ponerle de nombre Esteban. El papá un poco sorprendido y algo disgustado porque era el nombre de su jefe, ante la insistencia de ella asintió. Pero él añadió un segundo nombre al recién nacido. Dijo que se debería llamar Simeón como su abuelo. 

El rito no duró mucho porque les interrumpieron. A la habitación entró una enfermera y se llevó al niño para hacerle más pruebas. El parto en los hospitales lo tratan como si fuera una enfermedad. Además a los niños hay que meterles microchips a escondidas de los padres. Diminutos objetos peligrosos para la salud (Fig. 1).


Figura 1. Microchips para el ganado humano. Fuente: David Icke.com


Nadie nace con un nombre pegado al cuello

Costumbres y hábitos de las sociedades humanas son muchas. Dar nombre a todo es una de ellas. Nadie viene a este mundo con un rótulo o etiqueta colgado del cuello con nombres y apellidos. Con lo que sí nacemos es con un cerebro ansioso por recibir información y por lo tanto dispuesto a ser programado. 

Así se decidió el marcado del nuevo miembro del planeta. Esteban Simeón ya tenía la marca del orden mundial de hoy en adelante. El ganado debe ser marcado y numerado para ser ordeñado con impuestos.

La sociedad no puede esperar a que crezca el niño para que escoja su propio nombre ni mucho menos el gobierno, aunque la ley más tarde le puede dar una opción de cambio de nombre pero con volcanes de papeles y abogados. Los humanos son muy amantes de nombrar hasta el último pelo que tienen en su culo. 

Un ecovampiro derrochador de recursos naturales

No obstante el vástago recién venido de la pareja en la sala del hospital sería un ecovampiro más (Fig. 2), porque había nacido en una nación chupóptera y de padres habituados al excesivo consumo de  miríadas de cosas innecesarias y superfluas. A lo lejos, su llegada daba inicio a un proceso de suma importancia para ciertas élites poderosas y controladoras del mundo.


Figura 2. Niño rodeado de juguetes. Fuente: NewsBookBlog


Los 80 años que viviría Esteban Simeón Garabato traerían como resultado un tremendo agujero en la tela de la Biosfera, pues su huella ecológica sería enorme. Pero a la masa de humanos no le importa estas cosas, sólo le interesa la ganancia del corto plazo aunque a largo plazo acabe rompiéndose el hocico contra la pared del colapso ecológico. 

La naturaleza no perdona a ninguno de sus hijos, no es sentimental con nadie. No tiene hijos favoritos como lo demuestra el Registro Fósil (Fig. 3). Esta es la primera lección que debe aprender el hombre. La segunda es lograr el equilibrio ecológico y cuanto antes lo haga mejor. Ya es hora que coma abajo y no arriba. Comer el grano y no el pollo sería un buen comienzo. Y la tercera, debe parar de derrochar los ahorros de las generaciones que aún están por llegar. Los recursos del planeta son finitos.


Figura 3. El Registro Fósil. Fuente: Google images.



Preparación para el diploma de esclavitud
 
El rito de iniciación del nombre era sólo el principio para Esteban Simeón. Estaba destinado a ser un esclavo más del hato de los ganaderos de humanos del siglo XXI. La supervivencia del actual lacrado sistema depende de los esclavos (Fig. 4).

Figura 4. Esclavo moderno. Fuente: Vórtice Virtual.




Para que Esteban Simeón se convierta en un buen esclavo necesitará pasar un tercio, a veces más, de su vida en la escuela aburriéndose (Fig. 5, Video 1) y peleando con el sistema, y luego ya graduado con la licenciatura, maestría o doctorado en Esclavitud (Fig. 6) debe sudar hasta los 65 años para cuando sus amos lo jubilarán ya achacoso (Fig. 7) o si tiene suerte, tal vez gozando de buena salud, con el colon y su próstata intactas o sin molestias.

Figura 5. Niño desmayado ante problema matemático. Fuente: Conecta 2.




Video 1. El proceso de convertirse en ganado.



Figura 6. Graduación de un esclavo moderno. Fuente: CSL.



Figura 7. Del trabajo a la caja de pino. Fuente: Revista Utopía.


Algunos esclavos jubilados salen muy mal heridos (Fig. 8) y mueren justo al abandonar el cautiverio del trabajo, otros continúan chupoterizando al planeta yendo de aquí para allá para calmar su soledad y tedio. También hay algunos que mueren o se suicidan de desesperación porque los han echado del rebaño. 



Figura 8. Jubilado llega a urgencias. Fuente: SQe


Siendo el hombre un animal social que evolucionó en una pequeña manada como los lobos, fuera de su hato (Fig. 9) se siente inservible, nervioso e irritable. Recuerdos ancestrales grabados en el disco duro biológico de su cabeza.



Figura 9. Hato de ganado humano. Fuente: angel2840148089.wordpress.com


Y si aún el jubilado no necesita de un palo como tercera pata, pululará para arriba y para abajo en los centros comerciales o donde sea hasta que llegue su turno para dejar de ser un turista sobre el planeta y convertirse en un cadáver que sirva de pasto a los gusanos o bacterias. 

Todo bajo el sol tiene su fin. Hagamos lo que hagamos nada puede parar la hora cuando ésta ya ha llegado. Menos mal que así sea o de lo contrario ya no habría espacio para ningún humano. En realidad vivimos en un planeta de fantasmas. 

El ganado humano

Los humanos son el recurso más valioso para la élite global. Más valioso que el oro, plata, diamantes o los animales domésticos esclavizados, torturados y masacrados. 

A las hembras del ganado vacuno, por ejemplo, no se le puede amenazar para que den más leche. A los humanos sí se les puede meter miedo o manipular para que entreguen su sangre de manera enfadada o muy contentos, si se les engaña de que son libres. Para ello los ganaderos se han inventado atractivos chiqueros donde meten al ganado humano (Video 2) bien prensado y custodiado, los gigantes parches encementados y asfaltados llamados ciudades. De las tiras de su pellejo viven los ganaderos del nuevo milenio.  


                                 ADVERTENCIA: NO APTO PARA SENSIBLES

                                                                                            
Video 2. La historia de tu esclavitud. English, con subtítulos en español.

NB.  Para ver los subtitulos, pinchar "CC" bajo del video.




Ni el amo ni el esclavo son libres. La auténtica libertad no es valorada ni por el uno ni por el otro. Después de todo, poca gente se da cuenta que está encadenado. Y a veces parece que sí pueden ver sus cadenas pero es sólo una ilusión. El cerebro es un gran maestro del engaño. 

Y la sociedad humana no puede sobrevivir sin el engaño. Colapsa. Por eso vamos de engaño en engaño. Es nuestro destino por haber adquirido un cerebro tan enhebrado para montajes imaginarios.

Somos el átomo observándose a si mismo pero en el proceso nos hemos enfermado. Y la enfermedad es contagiosa y mortal. 

Un buen epitafio para el Homo sapiens rezaría: Murió de diarrea mental



Referencias

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Chaliand G. (2003). Atlas del Nuevo Orden Mundial. Ediciones Paidós Ibérica, S.A., Barcelona, España. 128 p.

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Davis I., Müller M. & Jones S.R. (Eds.) (2003). Love, Marriage, and Family Ties in Later Middle Ages. International Medieval Research Vol. 11. Brepols, Turnhout, Belgium. 340 p.

Ennals R. (2007). From Slavery to Citizenship. John Wiley & Sons, Ltd., West Sussex, UK. 417 p. 

Hapgood F. (1979). Why Males Exist. An Inquiry into the Evolution of Sex. William Morrow and Company, Inc., NY, USA. 211 p.

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LRB. (2006). Human Microchip Implantation. Wisconsin Legislative Reference Bureau, Legislative Brief 06-3: 1-2.

Slaughter A.-M. (2004). A New World Order. Princeton University Press, Princeton, NJ, USA. 341 p.

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