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| Fuente: Severlasalreves. |
Por Gundhramns Hammer
23 de junio de 2014
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Si tuviesen voluptuosos, prominentes y amenazantes pechos con enormes pezones y falos de variados tamaños para todos los gustos, capacidades y cavidades, ambos de verdad reales y totalmente funcionales, entonces los humanos (Homo insapiens) sin duda alguna apreciarían más a los árboles.
Por otro lado, considerando que entre los humanos hay tantos diablos que practican sexo aberrante y descabellado, no quepa duda que también los árboles serían sometidos a semejantes violentaciones.
Es más, se da el caso de que los árboles no necesitan tener tales órganos humanos para que los humanos los violen a cada rato.
Los árboles son violados día y noche, todo el año y han aguantado mecha y fuego lo largo de su historia en la violenta historia de la humanidad.
Por ejemplo, en Brasil, en cierta manera, las Amazonas (sean árboles, mujeres o animales) del Amazonas están siendo violadas por psicópatas.
Por ejemplo, en Brasil, en cierta manera, las Amazonas (sean árboles, mujeres o animales) del Amazonas están siendo violadas por psicópatas.
Ecce una prueba de ello (Video 1).
Video 1. Lucha contra la tala ilegal en Brasil.
Esta es una historia que sin su historia, la de los árboles, por supuesto, no habría historia para el insensato ser humano, para la humanidad.
Una
humanidad que, salvo unas excepciones, aún no ha echo llegar absoluta y
totalmente hasta la médula y el corazón un sentimiento de amor, respeto
y alianza hacia los árboles y una profunda y abnegada comprensión de
que sin árboles y sus parientes no habría vida sobre la Tierra.
Es una verdadera pena. Una pena que sin penas hay gente que cercena la vida de aquel que le da la vida.
Están
ciegos los humanos. A pesar de que abren sus ojos y parece que miran la
Luz, en realidad los humanos no la ven puesto que aún son
presa de la oscuridad.
Así es la historia del hombre.
Así es la historia del hombre.
Con razón tropieza. Por ciego y estupido.
Y uno de estos días, uno de estos tropezones pueda que mande al hombre a la fosa junto con los laberintodontos.
¿Tenemos que llegar a semejantes extremos?
Somos tan tontos que estamos en ello. Indudablemente.
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