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viernes, 23 de diciembre de 2011

LA TIERRA: LA CASA DE LAS PLANTAS

                                           por

                   Heinrich von Wittelsbach-Caracciolo, PhD

Desde que las plantas se originaron han estado expuestas a cambios climáticos, sequías, inundaciones, fuego, distintas condiciones edafológicas, vulcanismo, ataques de animales herbívoros y organismos patógenos. Han resuelto los problemas y han sobrevivido adaptándose y cambiando en el transcurso de su evolución la atmósfera de la Tierra.
En las Ciencias Botánicas está emergiendo un nuevo campo denominado Neurobiología Vegetal, cuyo objetivo es estudiar las plantas en toda su complejidad comunicativa y sensorial. Se estudia a las plantas desde moléculas hasta las comunidades ecológicas, tratando de verlas fuera del modelo Aristoteliano-Linneano de las ciencias actuales donde son consideradas como autómatas, carentes de vida inteligente basada en actividad sensorial activa. La idea universal de que la forma de vida más abundante, aparte de las bacterias, en la Tierra es pasiva y mecánica ya no es sostenible.

PLANETA DE LOS BOSQUES



                         
La nueva visión es que las plantas son seres que se comunican, son inteligentes, tienen vida social con complejas formas de comunicación y procesamiento de información. Las plantas reconocen a otros organismos como las bacterias, hongos, otras plantas, aves, insectos y animales. Los estudios electrofisiológicos indican que también a nosotros los humanos nos reconocen. Pueden distinguir sus propias raíces de las demas de otras plantas, y las adaptan para competir de acuerdo a sus necesidades nutritivas. Hay plantas que "domestican" bacterias. Por ejemplo, el sistema radicular de las Fabaceae puede reconocer y “domesticar” bacterias Rhizobium dentro de nódulos, el bacteroide compuesto resultante luego le provee de nitrógeno a la planta huésped.

                                             RHIZOBIUM Y SIMBIOSIS MICORRHIZAL



Son capaces de identificar a los herbívoros que se las comen y organizar de acuerdo las respuestas de defensa. Las plantas que viven en asociación simbiótica con hormigas se comunican con ellas y les proporcionan alimento. Por ejemplo, los árboles de acacia (Acacia collinsii) en Costa Rica producen un químico en su flor para decirle a sus hormigas guardianes (Pseudomyrmex spinicola y P. flavicornis) que no ataquen a los insectos polinizadores que visitan las flores del árbol huésped. Las acacias africanas (Acacia drepanolobium) proveen de alimento y casa a las hormigas simbióticas (Crematogaster sp), éstas a cambio protegen vigorosamente a las plantas de los ataques de los animales herbívoros (elefantes y jirafas ).

                      HORMIGAS SIMBIOTICAS DEFIENDEN ACACIAS DE HERBIVOROS




Las plantas son maravillosos organismos procesadores de información. Solo hay que imaginar que una planta de trigo, por ejemplo, tiene alrededor de 500 km de raíces y se organiza para integrar enormes cantidades de información para determinar el mejor momento de producir la semilla, donde enviar de agua, cuales moléculas fabricar necesarias para la fotosíntesis, etc. Un aspecto que ha atraído la atención y estudia muy detenidamente el Departamento de Defensa de los Estados Unidos. La planta más "simple" es más complicada que miles de ordenadores de los más sofisticados.

                                                EL MILAGRO DEL MAIZ (Zea mays)



Según los investigadores Dres. František  Baluška (Universidad de Bonn), Stefano Mancuso (Universidad de Florencia) y Dieter Volkmann (Universidad de Bonn), las plantas incluso tienen un sistema nervioso. Utilizan acetilcolina y expresan la enzima neuronal acetilcolinesterasa en la comunicación célula a célula en sus cuerpos de forma similar a las neuronas de los animales. No es por casualidad que la palabra neurona provenga del griego neuron que significa fibra vegetal. Las plantas son seres que tienen una rica vida interior, expresa el Dr. Anthony Trewavas, del Instituto de Biología Celular y Molecular de la Universidad de Edinburgh.

La idea que las plantas son organismos sin cerebro ya esta siendo desafiada. Para algunos expertos ellas tienen un “cerebro” localizado en las raíces, es decir, sus raíces son su cerebro.  Baluška, Mancuso y Volkmann proponen que cada ápice radicular contiene unidades como cerebros del sistema nervioso de las plantas. El número de ápices radiculares en el cuerpo de la planta es alto, y todos las "unidades cerebrales" están interconectadas a través de fibras vasculares (neuronas vegetales) con la auxina transportada polarmente (neurotransmisor vegetal), para formar un sistema neuronal en serie (paralelo) vegetal.

                                          LOS TEJIDOS DE LAS PLANTAS



No les damos el crédito que se merecen. No fue el químico alemán Friedrich Ferdinand Runge quien descubrió la cafeina en 1819 sino que fueron las plantas (eg., café, Coffea arabica; té, Camellia sinensis; cacao, Theobroma cacao; yerba mate, Ilex paraguariensis; guaraná, Paullinia cupana) que lo “diseñaron” evolutivamente en sus cuerpos para defensa contra los herbívoros.

El científico alemán únicamente la aisló en su laboratorio pero no la inventó. Las plantas la colocan en mayor cantidad en sus hijos, las plántulas, que aún están en desarrollo y carecen de protección mecánica pero tienen abundante cafeína en su follaje,  una sustancia química capaz de matar insectos que las atacan. Un método ingenioso de control biológico inventado por las plantas.


                                         ARBOLES DE CAFE (Coffea arabica)





 ARBOLES DE CACAO (Theobroma cacao)



Tampoco fue George de Mestral quien inventó el velcro, sólo “robó” la idea de una planta. La patente del invento le pertenece a las bardanas (Arctium), plantas que ya lo habían incorporado en sus cardos, un método maravilloso de dispersión de sus semillas por medio de mamíferos. A este sistema de transporte de semillas se le denomina zoocoria.

                         HOMBRE CUBIERTO DE FRUTOS DE BARDANA (Arctium lappa)




Hace miles de años que las plantas resolvieron el problema del clonado. Los clones de árboles coloniales de mayor edad son la especie Posidonia oceanica, una hierba marina del Mar Mediterráneo, con una estimada edad de 100.000 años. Le sigue la colonia de clones del chopo Populus tremuloides en el Parque Nacional Cañón Bryce en EEUU, con una estimada edad de 80.000 años, el arbusto Lomatia tasmanica de Tasmania con 43.600 años de edad, y varias colonias de clones que rondan o sobrepasan la edad de 10.000 años (Eucalyptus recurva de Australia, 13.000 años; Larrea tridentata de EEUU, 11.700 años; Quercus palmeri de EEUU, 13.000 años; Lagarostrobos franklinii de Tasmania, 10.000 años; Gaylussacia brachycera de EEUU, 13.000 años). La colonia de picea (Picea abies) en Suecia, apodada Old Tjikko,  incluye raíces datadas en 9.550 años de edad.

También las plantas han resuelto la suspensión animada, tan popular en los largos viajes interplanetarios de ciencia ficción. Durante la excavación del Palacio de Herodes el Grande en Masada, Israel, en los años 1963-1965, los arqueólogos encontraron semillas de palmera datilera (Phoenix dactylifera) que habían estado enterradas por siglos. Según cálculos de datación de radiocarbono en la Universidad de Zurich, las semillas databan de entre 155 aC a 64 AD. Luego éstas estuvieron almacenadas durante 40 años en la Universidad Bar-llan de Jerusalén hasta que en el año 2005 fueron plantadas en el desierto Arabah al sur de Israel. Una germinó y para 2010 ya medía 2 m de alto. Hay registros de esporas extraídas de ámbar revividas después de 40 millones de años y esporas encontradas en los depósitos de sal de Nuevo México que han vuelto a la vida después de estar bajo tierra unos 240 millones de años.
Desde tiempos inmemoriales el Homo sapiens ha estado “robando” patentes de la naturaleza. En la actualidad está muy de moda la Ciencia Biomimética, que trata de investigar los inventos de las plantas y animales para beneficio propio del hombre. Sale más barato buscar en la naturaleza algo que ya está allí “inventado” que devanarse los sesos buscando otras soluciones. La naturaleza ya los tiene.
No se trata de dejar de lado la agricultura o abolirla para no maltratar las plantas. Se trata de darles un trato digno y amable, sin destruirlas innecesariamente. Sin plantas no podemos sobrevivir. Sin plantas como fuente de alimento directa o indirectamente, la vida animal cesaría de existir. Son las plantas las que alimentan al mundo por medio de la fotosíntesis.

No necesitamos tocar el fondo del precipicio del daño ecológico para luego intentar tocar las estrellas, pero tampoco debemos de andar por allí tocando una flor sin pensar que no vamos a tocar las estrellas. En este mundo todo está entrelazado y conectado más allá de nuestra imaginación.


                                                   AMEMOS A LOS ARBOLES





Seamos buenos Ingenieros de Ecosistemas, obedezcamos las Leyes de la Gran Madre Tierra. No podemos fabricar planetas ni mucho menos galaxias. Dañar, quemar, matar, exterminar, asfixiar, envenenar poco a poco la vida de un planeta, sí sabemos hacerlo. No es justo. Aceptemos que no somos dioses y que jamás lo seremos. Seamos humildes.

Si consideramos que inteligencia es la interacción de los factores y procesos de una especie con los factores y procesos del medio ambiente y si esta interacción promueve a largo plazo la supervivencia de la especie, entonces resulta que esta especie es inteligente.

Como especie hemos tomado la ruta que nos llevará a un cul-de-sac evolutivo, nuestra interacción con el medio ambiente resultará no inteligente, a largo plazo no sobreviviremos. Estamos destruyendo la Biosfera. Por lo tanto, por el momento, se palpa que no somos inteligentes. Las Leyes de la Naturaleza son implacables, nunca perdonan. Y no somos la última palabra en la evolución.
Es obvio que lo que va a acabar con nuestra especie no es nuestra ignorancia sino nuestra inconsciencia.

El cerebro del redactor del escrito que estáis leyendo no lo ha inventado ningún humano, es el resultado de la sinfonía fisico-química de trillones de células, todas descendientes como las vuestras, vosotros los lectores, y transformadas, en linea directa de la primera planta que apareció en el planeta. Somos energía de las plantas, ya que después de todo sin ellas no tendríamos oxígeno para vivir. Somos sus inventos.

“El hombre y otros animales son en realidad huéspedes de las plantas en esta Tierra” señala el Dr. John S. Karling (1956). Tenemos una gran oportunidad, la única: Seamos buenos Guardianes de la Tierra, la Casa de las Plantas.

                           LA CASA DE LAS PLANTAS VISTA DESDE EL ESPACIO




Referencias


Baluška F (Ed) (2009). Plant-Environment Interactions. Springer, 308 p.
Baluška F, Mancuso S and Volkmann D (Eds.) (2006). Communication in Plants: Neuronal Aspects of Plant Life. Springer, 438 p.
Karling JS (1956). Plants and Man. American Biology Teacher, 18: 9-13.

Trewavas, A (2004). Aspects of Plant Intelligence: An answer to Firn. Annals of Botany, 93 (4): 353-357. (http://aob.oxfordjournals.org/content/93/4/353.full.pdf+html).
Wikipedia (2011). List of Long-living Organisms.
(Website: http://en.wikipedia.org/wiki/List_of_long-living_organisms#cite_note-8.)

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