Por Gundhramns Hammer
3 de julio de 2012
La verdad incomoda. Es así como, sin ninguna intención de ofender a nadie, ni mucho menos faltar al respeto a las personas mayores, exponemos en parte lo que un amigo nuestro de España nos cuenta lo que opina de su país:
“En España hay demasiadas
viejas pedorras, aburridas, maniáticas de la limpieza. Se sienten sucias
después de que su marido las ha cogido.
Son mujeres que no pueden ver un gorrión o cualquier pequeño pájaro posado en una rama de un árbol sin que no digan que sería mejor matarlos a todos para que no ensucien nada.
Desgraciadamente son estas viejas las que a menudo educan a sus nietos, enseñándoles a aplastar los caracoles, apedrear los animales donde éstos estén.
Estas viejas ignorantes, beatas, mentes cerradas son abortos de la naturaleza que han hecho mucho daño a España. Por ellas existen aún las corridas de toros, algo que ya debería haber desaparecido hace ratos.
Y los maestros tampoco ayudan, generalmente en lugar de abrirnos y llenarnos la mente de luz nos encierran en un ataúd intelectual.
Los padres de familia ignorantes y matones comechicha tampoco ayudan. Se la pasan quejándose de su puta vida y husmeando la vida ajena del vecino.
Y la cosa es dura de cambiar porque nosotros los españoles somos demasiado soberbios, engreídos, lo sabemos todo y somos cabezas cuadradas.
Las excepciones son la minoría, y a veces lo hacen por llevarle la contraria a los padres, pero si ocurren se vuelven amantes de la naturaleza, de los animales y plantas, pero de manera reducida pues dicen querer a los animales pero se comen a los cerdos, a los corderos y a las gallinas.
A menudo les da más el ataque de amor a la naturaleza cuando están deprimidos o se sienten solos y entonces se van al campo o se consiguen un perro o gato de compañía.
Estas personas se dan entre la generación postfranquista, tal vez con un poco del halo conservacionista de Félix Rodríguez de la Fuente o por la perspectiva ecológica que envuelve a nuestro planeta estos días. Algo que como una ola debería crecer para el bien de todos.
Pero aún a éstos que dicen ser amantes de la Tierra y sus habitantes se les nota a veces cierta soberbia.
Aunque yo creo que nosotros los españoles no tenemos solución. Yo creo que somos los más brutos de Europa. Pueda ser que del mundo. Al menos eso creo yo.”
Es bueno tomar nota de sus observaciones. Para cocer las habas hay que
meterles fuego. Y sirva “su fuego” para una introspección. Todos la
necesitamos. Más en estos tiempos de crisis medio ambiental.
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