Por Salvatore Scimino
27 de julio de 2012
En una reunión de todos los animales que sufren bajo la cruel mano del hombre, el cuervo preguntó a cada uno su opinión sobre los humanos. Esto es lo que contestaron:
27 de julio de 2012
"Lo que el hombre llama la paz no es nada más que un
velorio."
Los Búhos de los Bosques de la Tierra
(Por medio del Portavoz de la Casa de los Animales: Salvatore Scimino)
Fuente: Rhonda Spencer Photography
Fuente: contarcuentos.com
En una reunión de todos los animales que sufren bajo la cruel mano del hombre, el cuervo preguntó a cada uno su opinión sobre los humanos. Esto es lo que contestaron:
Las gallinas dijeron: "Con cuchillos o máquinas nos cortan el cuello. Los humanos son diablos!"
Los cerdos: "Los humanos nos torturan, nos cuelgan y nos matan con un cuchillo, con choques eléctricos o de un martillazo. Son demonios!"
Los gansos: "Nos engordan y luego nos degüellan. Los humanos son peor que los demonios."
Los patos: "Nosotros opinamos lo mismo, que son diablos!"
Los gansos: "Nos engordan y luego nos degüellan. Los humanos son peor que los demonios."
Los patos: "Nosotros opinamos lo mismo, que son diablos!"
Las vacas: "Los humanos son ladrones, nos roban la leche y se comen a nuestros hijos. Y nos pagan enviándonos al matadero. El hombre es satanás!"
Los toros: "Nos castran y nos convierten en animales de tiro. Sin nuestra sangre los humanos nunca hubieran levantado sus repugnantes ciudades. Nos clavan dagas en la espalda para aplacar su sed de sangre y por medio de nuestro dolor lavan capitales de sus sucios negocios. Los humanos son demonios!"
Los toros: "Nos castran y nos convierten en animales de tiro. Sin nuestra sangre los humanos nunca hubieran levantado sus repugnantes ciudades. Nos clavan dagas en la espalda para aplacar su sed de sangre y por medio de nuestro dolor lavan capitales de sus sucios negocios. Los humanos son demonios!"
Las ovejas: "Nos roban la lana y nos mandan al matadero. Los humanos son más diablos que los diablos!"
Los pavos: "Estamos de acuerdo, el hombre es el rey del infierno!"
Los camellos: "Los humanos nos torturan a través de los desiertos y al final nos cortan el cuello, sobretodo si eres de color blanco. Son diablos!"
Los elefantes: "Los humanos son bandidos y criminales. Nos matan para quitarnos los colmillos. Con ellos hacen piezas caras de adorno o los trituran para curar sus delirios mentales. Son diablos."
Los rinocerontes: "Lo mismo nos hacen a nosotros. Estos sanguinarios ladrones pagan grandes fortunas por un cuerno. Son demonios."
Los elefantes: "Los humanos son bandidos y criminales. Nos matan para quitarnos los colmillos. Con ellos hacen piezas caras de adorno o los trituran para curar sus delirios mentales. Son diablos."
Los rinocerontes: "Lo mismo nos hacen a nosotros. Estos sanguinarios ladrones pagan grandes fortunas por un cuerno. Son demonios."
Los ratones: "Nos aplastan con trampas o nos envenenan. Nos torturan en los laboratorios. Opinamos que los humanos son demonios!
Las cucarachas: "El mismo diablo le tiene miedo a los humanos! Siendo así, los humanos son más malos que los demonios. Son los amos del infierno."
Las cucarachas: "El mismo diablo le tiene miedo a los humanos! Siendo así, los humanos son más malos que los demonios. Son los amos del infierno."
Los caballos: "Hemos sido su instrumento para la conquista, hemos muerto miles en las batallas, nos azotan, nos encierran en calabozos y ahora les ha dado por matarnos para comerse nuestra carne. Los humanos son diablos!"
Los gatos: "Nuestras cicatrices de sus maldades aún sangran. Los consideramos demonios!"
Los perros: "Nos gusta ladrar pero lo hacemos con miedo. Nos quieren y nos abandonan o nos engordan y nos comen. También nos cuelgan en un intento de aliviar sus locuras. Los humanos son diablos!
Las girafas: "Nos hacen la pieza de admiración en los campos de concentración que ellos llaman parques zoológicos. Pero después de unos años nos venden a los traficantes del mundo oscuro de sus mafias. Por lo tanto, los humanos son diablos!"
Los leones: "Los humanos son cobardes. Se creen dioses detrás de una escopeta y para disfrazar su cobardía nos convierten en objeto de su cacería. Los hombres son diablos!"
Los búhos de los bosques de la Tierra: "Nos gusta ser breves y concisos. Sin andar con rodeos, los humanos son unos sinvergüenzas y crueles tiranos! Los humanos son demonios! Desde que ha existido este rufián no ha hecho otra cosa más que quemar los bosques y matar y hacer guerras. A lo que el hombre llama la paz no es nada más que un velorio."
Los gatos: "Nuestras cicatrices de sus maldades aún sangran. Los consideramos demonios!"
Los perros: "Nos gusta ladrar pero lo hacemos con miedo. Nos quieren y nos abandonan o nos engordan y nos comen. También nos cuelgan en un intento de aliviar sus locuras. Los humanos son diablos!
Las girafas: "Nos hacen la pieza de admiración en los campos de concentración que ellos llaman parques zoológicos. Pero después de unos años nos venden a los traficantes del mundo oscuro de sus mafias. Por lo tanto, los humanos son diablos!"
Los leones: "Los humanos son cobardes. Se creen dioses detrás de una escopeta y para disfrazar su cobardía nos convierten en objeto de su cacería. Los hombres son diablos!"
Los búhos de los bosques de la Tierra: "Nos gusta ser breves y concisos. Sin andar con rodeos, los humanos son unos sinvergüenzas y crueles tiranos! Los humanos son demonios! Desde que ha existido este rufián no ha hecho otra cosa más que quemar los bosques y matar y hacer guerras. A lo que el hombre llama la paz no es nada más que un velorio."
De un árbol se descuelga una pequeña araña. Ella había opinado igual que los demás animales. Y le pregunta al cuervo:
¿Y tú sabio cuervo qué opinas de los humanos?
El cuervo responde: "Los humanos son crueles, y los pocos que se salvan llevan la semilla de la maldad en su sangre. Hay muchos que creen que son buenos, pero entre éstos están los más malos. Algunos creen que no hacen ningún daño a nadie pero lejos otros cavan las fosas de los muertos por ellos. Se creen la crema de la crema del mundo pero mira por allí como se pasean por las calles, enfermos con el abdomen hinchado relleno de estiércol. Son crueles, mañosos y malévolos. Destruyen todo lo que tocan sea gota de agua, lirio, árbol o prado. Sus heces ensucian y intoxican el agua que nosotros bebemos. Los humanos se comen unos a otros en un plato o se devoran a sí mismos a través del comercio desalmado. Supongo que deberíamos tener con un poco de paciencia con ellos. Sus supersticiones y ciencias son dos caras de una misma moneda. Son muy ignorantes. No obstante esto es lo que pienso de ellos. Los humanos no son hijos de satanás sino que ellos mismos son satanás!"
Y así, uno a uno fueron opinando. Cada uno siempre dio la misma respuesta: los humanos son demonios. Son diablos.
Luego uno de los búhos les planteó la siguiente pregunta a todos los allí presentes:
¿Cuál es vuestro veredicto?
A lo que todos los animales contestaron:
Culpable! Debe ser colgado!
Pero ¿quién va hacerlo?, preguntó el cuervo.
Todos contestaron:
"Ninguno de nosotros. Lo hará él mismo! Es sólo cuestión de tiempo!".
¿Y tú sabio cuervo qué opinas de los humanos?
El cuervo responde: "Los humanos son crueles, y los pocos que se salvan llevan la semilla de la maldad en su sangre. Hay muchos que creen que son buenos, pero entre éstos están los más malos. Algunos creen que no hacen ningún daño a nadie pero lejos otros cavan las fosas de los muertos por ellos. Se creen la crema de la crema del mundo pero mira por allí como se pasean por las calles, enfermos con el abdomen hinchado relleno de estiércol. Son crueles, mañosos y malévolos. Destruyen todo lo que tocan sea gota de agua, lirio, árbol o prado. Sus heces ensucian y intoxican el agua que nosotros bebemos. Los humanos se comen unos a otros en un plato o se devoran a sí mismos a través del comercio desalmado. Supongo que deberíamos tener con un poco de paciencia con ellos. Sus supersticiones y ciencias son dos caras de una misma moneda. Son muy ignorantes. No obstante esto es lo que pienso de ellos. Los humanos no son hijos de satanás sino que ellos mismos son satanás!"
Y así, uno a uno fueron opinando. Cada uno siempre dio la misma respuesta: los humanos son demonios. Son diablos.
Luego uno de los búhos les planteó la siguiente pregunta a todos los allí presentes:
¿Cuál es vuestro veredicto?
A lo que todos los animales contestaron:
Culpable! Debe ser colgado!
Pero ¿quién va hacerlo?, preguntó el cuervo.
Todos contestaron:
"Ninguno de nosotros. Lo hará él mismo! Es sólo cuestión de tiempo!".
El sabio cuervo alzó el vuelo y desde arriba puso unos puntos sobre unas letras Is. Y exclamó: "Humanos, lo que a continuación os presentamos es sólo una de las guindas de vuestro pastel. No os asustéis. Los diablos no se asustan, ¿no? Lo hacemos no porque seamos tétricos sino porque debéis recordar vuestra huella sangrienta. Es vuestra historia y aún no se ha acabado".
ANTROPOFAGIA: EL GUSTO POR LA CARNE HUMANA
Fuente: Denunciando.com
“Hubo aquella noche para los Tlaxcaltecas gran
banquete de piernas y brazos, porque sin los asadores que hacían de palo hubo
más de cincuenta mil ollas de carne humana. Los nuestros lo pasaron muy mal
porque no era para ellos aquel manjar...” HERNÁN CORTÉS.
La práctica del canibalismo se
pierde en la noche de los tiempos. Existía mucho antes de que los españoles
llegaran al Caribe, y la raíz del término fuese desvirtuada:
carib-calib-canib=caníbales. Antaño existían dos motivos por los que un ser
humano decidía comerse a otro: por hambre (pueblos primitivos) o debido a un
ritual (pueblos más avanzados).
En Sudamérica hay pruebas
de la existencia de un canibalismo tanto gastronómico como ritual. En los casos
de canibalismo ritual únicamente se invitaba a los mandatarios y a los
parientes.
En el valle del Cauca (Colombia) el canibalismo no tenía connotaciones
religiosas y esta práctica se extendió
en emplazamientos en los que existían abundancia de alimentos de origen animal y
cereal. El investigador González Torres defiende que el canibalismo se producía
en numerosas áreas simplemente por el mero gusto de consumir carne humana.
En Australia, debido a la extrema escasez de alimentos,
se dieron frecuentes casos de endocanibalismo, esto es, que en ocasiones las
madres se comían junto a sus hijos, al bebé que acababa de nacer. Otros lugares
donde se dio antropofagia fueron las islas Salomón, las paradisíacas Fiji, en
Nueva Guinea, donde los papúas metían a los muertos en cabañas y una vez que se
habían llenado de gusanos los devoraban.
También en el archipiélago de Nueva
Irlanda y en multitud de otras tierras.
Canibalismo
ritual
El sacrificio humano era un rito tendente a conseguir un fin. Se trataba
de una acción simbólica, mediante la cual se creía posible intervenir en el
mundo de lo sobrenatural. Al matar a una persona de forma violenta, siguiendo un
ritual, los sacrificadores estaban convencidos de que se producía la liberación
de una energía que si era manejada por las personas elegidas –sacerdotes, reyes
o altos mandatarios- podía ser encauzada para conseguir beneficios personales o
para la comunidad.
Esta creencia se ha producido en
numerosos pueblos y los nombres que se le ha dado a esa “energía” son distintos:
Mana (Polinesia), numen (romanos primitivos), teótl (mexicas), etc. Para
conseguir recargar el mana, había que introducir un nuevo elemento: el alimento,
consumiendo partes específicas del cuerpo de la víctima. La sangre era uno de
ellos pero otras partes cargadas de mana serían el corazón, la cabeza, los
muslos... Los reyes y sacerdotes tenían más mana. En el caso del canibalismo
ritual era necesario que éste se celebrara en determinadas condiciones. De no
ser así, dejaría de ser aceptado por la comunidad para convertirse en un crimen.
El privilegio de la sangre
Los
mexicas, tras las guerras, retiraban los cadáveres de los suyos del campo de
batalla. Esta era una forma de preservación ante el hecho de que otros pueblos
pudiesen comerse a sus compañeros, lo que era considerado como un insulto. En
Centroamérica el canibalismo ritual era un privilegio destinado a unos pocos,
los guerreros tequihua. Los niños y cautivos eran despedazados y se repartían
sus trozos entre los nobles y los dirigentes de la guerra. Según Oviedo, a
Motecuhzoma le servían carne humana entre los más de tres mil platos que se le
presentaban como manjares más preciados.
Sin embargo,
para muchos pueblos existía un tabú a la hora de comerse a un pariente, a alguno
de su propio grupo étnico o a un enfermo contagioso. El asco no lo provocaba el
consumo de la carne humana, sino el conocer que el cadáver que habían devorado
fuese un miembro de su propia comunidad.
Cómo y de qué
forma
El cadáver de la víctima se repartía en tantas
partes como guerreros habían participado en su captura (un máximo de seis). Los
muslos y brazos eran muy apreciados. También las manos y los pies eran según
parece muy sabrosos. Las cabezas y corazones sólo podían ser ingeridos por los
sacerdotes. En Shekiam (Senegal), estaban persuadidos de que si el rey o el
sacerdote comía el corazón del guerrero más valeroso capturado, supuestamente
adquiría esa cualidad: la valentía, en este caso. La sangre estaba destinada a
los dioses y no se ingería. Sólo aquellos pueblos más primitivos lo hacían.
Según la víctima, la preparación gastronómica era
diferente. Los mexicas, por ejemplo, la solían cocinar con maíz y sal. Pero los
prisioneros y los niños ofrecidos a la deidad Tlaloque eran preparados con
tallos de calabaza y flores. En las sociedades más primitivas la carne se
repartía entre todos (no había ritual) y cuan mayor era el nivel cultural
aumentaba proporcionalmente la jerarquización en el reparto.
Caníbales sin saberlo
Fritz Aarmann fue decapitado en Alemania el 20 de diciembre de 1924,
después de haber cometido un número tan elevado de crímenes que ni tan siquiera
él era capaz de recordar con exactitud cuántos. Después vendía la carne de los
niños. Georg Grossmann, compatriota de Arman, tampoco pudo cifrar el número de
asesinatos que cometió –se calcula que unos cincuenta- aunque lo que sí se
conoce es lo que hizo con los cadáveres: los convertía en “perritos calientes”
que él mismo vendía en la estación de ferrocarril en la que trabajaba.
El caso de Kate Webster no deja de ser aún más curioso.
Después de matar a la señora para la que trabajaba con un hacha de partir
carbón, la despedazó ayudándose de una sierra especial para carne y se deshizo
de las piezas mayores tirándolas a un río o quemándolas. Hecho esto, coció las
partes más “substanciosas” de las que extrajo la grasa, que embotelló y vendió a
un restaurante como aderezo de los platos.
En septiembre
de 1994, ocho personas comieron el hígado de un hombre en Campiñas (Brasil),
después de que su asesino lo hubiera vendido al restaurante, y los dueños
–ajenos a su procedencia- lo prepararon con ajo, cebolla y pimienta. Lo
llamativo es que los clientes comieron a placer y sólo únicamente después de
saber que lo que habían consumido era carne humana se escandalizaron.
Caníbales contemporáneos
En la
década de los ochenta, Jean-Bedel Bokassa, Emperador de África Central, fue
derrocado. Después de trece años de dictadura fue acusado de genocidio y de
canibalismo. Los testigos que entraron en su suntuoso palacio declararon haber
encontrado en los congeladores cadáveres humanos a los que les faltaban varios
miembros. Pero Bokassa huyó y se escondió rodeado de guardianes que velaban por
su seguridad. Nadie sabía dónde estaba hasta que el periodista Ronald Koven le
localizó en Costa de Marfil, viviendo a cuerpo de rey. En una entrevista
concedida a este periodista, no sólo reconoció sin tapujos haber practicado la
antropofagia sino que incluso acusaba a Giscard D´Estaing de lo propio.
Posiblemente Jeffrey Dahmer, el “carnicero de
Milwaukee”, uno de los asesinos más espantosos que ha conocido la historia
criminal, buscara algo parecido al mana cuando violó, asesinó, bebió la sangre y
se comió, entre otras partes del cuerpo, los cerebros de diecisiete jóvenes. Al
preguntarle en concreto sobre este particular explicó: “Me hacía sentir que
pasaban a ser permanentemente parte de mí, aparte de la curiosidad de saber cómo
eran”. El caso de Dahmer merece reflexión, ya que poco después de estas
declaraciones realizadas a la NBC desde la prisión –donde había propuesto a
varios reclusos formar un grupo de “caníbales anónimos”- otro preso, Christopher
Scarver, convicto de 25 años que se consideraba el hijo de Dios y receptor de
supuestos mensajes telepáticos, decidió hacer justicia y matar a Dahmer en 1994.
Pero hay muchos más casos: Henry Heepe mató a su
madre de setenta y siete años en 1994 y cocinó un guiso con ella, por considerar
que era un “vampiro diabólico”, que poseía dos corazones que latían
simultáneamente. George Hasselberg confesó en 1995 haberse comido las entrañas
de su amante octogenario. Al ser interrogado declaró “Jamás pensé que podría
haber llegado a este extremo”. Filita Malishipa, natural de Zambia, fue
condenada en 1995 a seis meses de prisión tras confesar haberse comido a siete
de sus hijos, con la ayuda del “demonio”, en el transcurso de un ritual de magia
negra.
Francisco García Escalero, acusado de cometer once asesinatos, resultó
absuelto en 1995 tras declarársele no responsable de sus actos. El llamado
“mendigo psicópata”, reconoció haberse comido el corazón de algunas de sus
víctimas. El llamado “carnicero de Rostov” fue condenado en 1992, declarado
culpable de asesinar y comerse a 53 personas. Seis meses después, en mayo de
1993, se descubría en Rusia a un nuevo criminal. Fue bautizado por la prensa
como Miklujo-Maklai, nombre de un célebre explorador y etnógrafo ruso de finales
del siglo XIX, que recorrió lugares como Papúa Nueva Guinea. El sobrenombre se
le puso porque asesinó al menos a veinticuatro mujeres y otros tantos hombres,
siguiendo exóticos rituales de las etnias del Pacífico.
Alexander Spetitsev mató y se comió a ochenta personas en Siberia.
Después de tres años en un psiquiátrico, los médicos consideraron que se había
curado, le soltaron y se empeñó a fondo en la práctica de la antropofagia con la ayuda de su
hermana y su madre. Hay gente para todo.
Reproducido de
la revista Enigmas
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Se escucharon disparos y algunas lanzas pasaron silbando por los oídos de dos hermosos animales. Era un malvado cazador. Se armó una persecución.
El cazador les perseguía a todo galope por la sabana y adelante corrían Leoncio el león y Tristón la hiena.
Tristón le dice a Leoncio: "Ay, qué horror! No, Leoncio, deberíamos de ser positivos!"
Leoncio le contesta a Tristón: "Ante la presente situación, debemos ver lo que hay. Y las cosas del hombre no son agua de rosas. Están patas arriba! Corre!!"
Tristón no se calla y pregunta: "¿Crees tú que alguna vez cambiarán los hábitos de los cazadores o del hombre?"
Con la lengua de fuera Leoncio contestó babeando: "No, no lo creo. Y corre más de prisa si no quieres acabar de trofeo!!!"
Referencias
Avramescu C. (2011). An Intellectual History of Cannibalism. Translated by Alistair Ian Blyth. Princeton University Press, Princeton, NJ. 360 pages.
Elkington J: 1997. Cannibals with Forks. The Triple Bottom Line of 21st Century Business. Capstone Publishing Ltd., Oxford, UK. 402 pages.
Obeyesekere G. (2005). Cannibal Talk. The Man-eating Myth and Human Sacrifice in the South Pacific. University of California Press, Los Angeles, CA. 320 pages.
Raffaele P. (2008). Among Cannibals. Adventures on the Trail of Man´s Darkest Secret. HarperCollins Publishers, Inc., NY. 278 pages.
Sugg R. (2011). Mummies, Cannibals and Vampires: The History of Corpse Medicine from the Renaissance to the Victorians. Routledge, NY. 384 pages.
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Fuente: www.denunciando.com
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