Por Gundhramns Hammer
12 de diciembre de 2012
AVISO: PUEDE OFENDER A PERSONAS SENSIBLES
El hombre se caracteriza por ser uno de los pocos mamíferos que utiliza el sexo por placer, o maldad en ciertos casos, sin fines reproductivos. Más si se encuentra en estado de aburrimiento para distraerse o matar tiempo, comportándose como cualquier primate en cautiverio, pues en cierta manera el Homo insapiens lo está en las ciudades donde vive hacinado, prensado y estresado.
12 de diciembre de 2012
AVISO: PUEDE OFENDER A PERSONAS SENSIBLES
Fuente: 123RF |
El hombre se caracteriza por ser uno de los pocos mamíferos que utiliza el sexo por placer, o maldad en ciertos casos, sin fines reproductivos. Más si se encuentra en estado de aburrimiento para distraerse o matar tiempo, comportándose como cualquier primate en cautiverio, pues en cierta manera el Homo insapiens lo está en las ciudades donde vive hacinado, prensado y estresado.
Para distraer su aburrimiento el hombre inventa aparatos y echa manos a su imaginación y puede volverse sádico, violador, asesino, bestial y zoofílico (Fig. 1).
Las investigaciones de Kinsey et al. (1948 y 1953) encontraron que 8% de los hombres y 3.5% de las mujeres han tenido sexo con un animal, y que en varias áreas rurales la cifra se elevaba casi al 50% en los hombres. Sin embargo, algunos expertos de hoy día cuestionan estos estudios, particularmente los que se refieren a los niños.
Hace poco (2004) la organización Concerned Women for America (Mujeres Comprometidas por América) denunciaba que el Dr. Alfred C. Kinsey, el padre de la "revolución sexual", era un pedófilo y protector de pedófilos. Sus conclusiones son consideradas un fraude.
La práctica de la bestialidad o zoosexualidad no es nueva. Es una conducta tan vieja como el hombre. Según Rosenberg (1968), la zoofilia ya se practicaba hace unos 40.000 años. A lo largo de la historia de los humanos podemos encontrar esculturas, pinturas, frescos y una abundante literatura sobre zoofilia.
Lo nuevo es que las sociedades actuales hacen el uso de medios electrónicos para difundir la práctica de la bestialidad. La internet ha envenenado la mente de muchas personas con imágenes brutales de todo tipo de conductas aberrantes.
Esto se debe en gran parte a que la gente tiene más tiempo ocioso y más dinero para gastar y por lo tanto más aburrimiento que aliviar. Pero los países menos "desarrollados" no se quedan atrás. Por todas partes hay gente endiablada.
Consecuentemente la bestialidad ha tenido un nuevo auge, especialmente en los "países desarrollados", además de surgir otros gustos por actividades exóticas cargadas de emoción como la cacería privada en secreto de humanos, la antropofagia, entre otras prácticas anormales.
En América, cuando los españoles llegaron encontraron que la zoofilia era una costumbre prevalente en las poblaciones de aborígenes (Fig. 2). Los sacerdotes españoles incluyeron el "pecado de la bestialidad" en sus protocolos confesorios.
Figura 2. Bestialidad precolombina. Fuente: Google inágenes. |
A pesar de que la bestialidad es una práctica común en cualquier cultura, esta costumbre ha sido universalmente condenada. Por ejemplo, los antiguos Incas colgaban a los sorprendidos en actos de zoofilia. Adicionalmente, tenían leyes estrictas que prohibían a los hombres solteros tener alpacas hembras en casa (Mantegazza, 1932) y los hombres acompañados de mujeres no podían pastorear hatos de llamas (Menninger, 1951).
Los gauchos del sur de Brasil y el norte de Uruguay, otro ejemplo, consideraban la bestialidad como un derecho individual masculino para demostrar el coraje y dominio sobre el mundo animal. La palabra que ellos utilizaban para el acto sexual de un humano con un animal era "barranquear". Los adolescentes "barranqueaban" con gallinas, el escalón más abajo de la jerarquía zoofílica hasta llegar a las yeguas, el nivel más alto, el cual era asunto para hombres adultos (Leal, 1989).
Las costumbres ancestrales de los pueblos conquistados raras veces desaparecen, tienden a camuflarse y son transmitidas de generación en generación. En otros sobreviven tal cual. Así, la zoofilia perdura hoy día en América Central y Sudamérica.
En Panamá, la zoofilia sigue viva en pleno siglo XXI. Por lo tanto, no es nada sorprendente que algunos adolescentes en las áreas rurales o urbanas rebosantes de furiosas ganas de "meter candela" inicien su vida sexual con gallinas, patos, gansos, cerdos, perros, cabras, ovejas, vacas o yeguas.
Estos jóvenes llegan a adultos y continúan en secreto con esta "costumbre sexual aberrante" o, hablando políticamente correcto, no aceptada o no apropiada socialmente.
Varios actos de bestialidad han sido reportados para Panamá. Uno ocurrió en la barriada Omar Torrijos, sector Nueva Luz (prov. de Panamá), donde un hombre de 58 años fue sorprendido violando una perra.
En El Valle de Antón, en la provincia de Coclé, se han presentado en 2001 varios casos de zoofilia, sobre todo en yeguas y lechonas, provocándoles incluso la muerte. La policía capturó a uno de los violadores de animales (antropozoo).
El antropozoo estaba ebrio y golpeado y fracturado en un muslo por los golpes que la yegua le había propinado. El "pisayeguas" resultó ser un sujeto con esposa e hijos, por lo que fue sometido a atención médica y tratamiento psicológico.
En Juan Díaz de Antón, sector La Tortugilla (Coclé) ocurrió otro caso de bestialidad en el año 2000. Era un secreto en voz alta.
Un joven de apellido Valdés violó una gallina y el pobre animal murió con la cloaca rota. Para entender el caso es preciso mencionar unos detalles de la vida de los panameños en las zonas rurales.
Entre las familias rurales en Panamá existe la costumbre de entregar en razón de préstamo a otra persona una o dos gallinas juveniles antes de que comiencen a poner huevos. La condición es que la persona que se lleva la gallina se compromete a terminar de criar el ave y luego cuando ponga huevos debe acumularlos y ponerlos a incubar con la misma gallina u otra. Y los polluelos que nacen son repartidos mitad y mitad entre ambas personas.
Pues bien, en Juan Díaz de Antón (Coclé) una señora, cuyo nombre nos reservamos pero le llamaremos Lesbia, un nombre femenino frecuente en Panamá, dio una gallina en préstamo a otra mujer quien tenía dos hijos adolescentes.
Pasaron los meses y la gallina fue devuelta a la dueña original junto con nueve pollitos. Por la tarde ese mismo día que la gallina fue devuelta, la dueña notó que su gallina no podía andar. La cogió, le examinó el culo y descubrió que la gallina estaba destrozada del trasero.
Alarmada Lesbia fue a casa de la mujer de los dos hijos adolescentes y obligó, bajo amenaza de llevar a toda la familia a la Corregiduría, a que uno de los jóvenes confesara que él había usado a la gallina. La propietaria del ave de corral entonces exigió un pago de US $6.00 por su animal roto.
No teniendo dinero a mano la familia del violador le dieron dos gallinas y Lesbia volvió a casa contenta. A partir de entonces al violador de gallinas sus amigos le llaman "el pisagallinas" y él orgulloso con el pecho hinchado cuenta su aventura de violador, agregando que también le gusta coger perras.
Los hombres adultos que practican la bestialidad en Panamá prefieren yeguas, vacas o cerdas y entre las mujeres adultas son los perros los favoritos y algunas padecen del "Síndrome de Leda", donde Zeus es obviamente un ganso bien entrenado, según datos de campesinos y corregidores entrevistados.
La candela en contextos sociales no apropiados puede acarrear problemas con las autoridades pero en cuanto a la ecología se refiere, la candela para dar de comer a los "comearroces" quemando los bosques puede tener consecuencias desastrosas a la larga. Y el modelo de tala y quema de bosques en Panamá y su insostenibilidad ecológica será la quinta parte de esta serie.
Referencias
Aguilera Patiño L. (n.d.) El panameño visto a través de su lenguaje. Ferguson & Ferguson, R. de Panamá. 388 p.
Concerned Women for America (2004). Kinsey, Sex and Lies. www.cwafa.org. 3 p.
FAO (2010). Evaluación de los Recursos Forestales Mundiales 2010. Informe Nacional: Panamá. FRA2010/160: 1-58.
Kinsey A.C., Pomeroy W.B. & Marin C.E. (1948). Sexual Behavior in the Human Male. W.B. Saunders Company, Philadelphia, PA, USA. 804 p.
Kinsey A.C., Pomeroy W.B. & Marin C.E. (1953). Sexual Behavior in the Human Female. W.B. Saunders Company, Philadelphia, PA, USA. 842 p.
Leal O.F. (1989). Los Gauchos: Male Culture and Identity in the Pampas. PhD. Thesis, University of California, Berkeley, CA, USA. 337 p.
Mantegazza P. (1932). Anthropological Studies of Sexual Relations of Mankind. Anthropological Press, New York, NY, USA. 272 p.
Mena García, Mª del Carmen (1984). La Sociedad de Panamá en el Siglo XVI. Pub. Excma. Diputación Provincial de Sevilla, Nº 3: 1-455.
Menninger K.A. (1951). Totemic Aspects of Contemporary Attitudes toward Animals. In: P. 42-74, Psychoanalysis and Cultural: Essays in Honor of Géza Róheim, by G.B. Wilbur & W. Muensterberger (Eds.) International Universities Press, New York, NY, USA. 462 p.
Miletski H. (2002). Understanding Bestiality and Zoophilia. East-West Publishing, LLC, Bethesda, MD, USA. 273 p.
Rosenberger J.R. (1968). Bestiality. Medco Book, Los Angeles, CA, USA. 192 p.
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La primera parte, CALORES PANAMEÑOS (I): EL BARBERO Y LA CANDELA, la puedes leer AQUI.
La segunda parte, CALORES PANAMEÑOS (II): LA VENGANZA DE LAS GALLINAS ESCLAVAS, la puesdes leer AQUI.
La tercera parte, CALORES PANAMEÑOS (III): EL SACRIFICIO DE LAS MADRES SOLTERAS Y ACOMPAÑADAS, la puedes leer AQUI.
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