Por Salvatore Scimino
21 de febrero de 2012
Las personas que padecen del Síndrome de Colon Irritable, también conocido como Síndrome de Intestino Irritable, o IBS, por sus siglas en inglés (Irritable Bowel Syndrome), sufren de dolor y distensión abdominal, flatulencia y largos periodos de diarrea o presentan constipación.
Para las personas con IBS, ir al váter se vuelve una auténtica pesadilla, por el dolor que experimentan en el recto al estar éste muy irritado, a veces al rojo vivo. La evacuación conlleva en muchos casos una pérdida de sangre.
La comunidad médica aún no le ha dado al clavo sobre qué causa exactamente esta enfermedad. El trastorno intestinal es un misterio.
Con pocas opciones efectivas de tratamiento, los médicos solamente se limitan a recomendar un cambio de dieta, evitar los productos lácteos, el azúcar, la pasta y otros alimentos procesados ricos en carbohidratos. A veces funciona, otras veces no.
En casos extremos, también los médicos, empapados en una filosofía de corta y pega, recomiendan una intervención quirúrgica del intestino. Generalmente la operación complica más la enfermedad.
Al final de ir de aquí para allá de hospitales, el paciente se resigna a vivir con el problema. Se estima que un 10 a 15% de la población padece de este trastorno intestinal.
Recientemente, el tratamiento de los problemas gastrointestinales ha tomado una nueva dirección. Se está poniendo atención a la dinámica ecológica del microbioma intestinal, gracias a nuevas técnicas como la genómica que permiten identificar correctamente a los microorganismos.
De esta manera, cada día hay más médicos que reconocen que un sobrecrecimiento bacteriano del intestino o SIBO (small intestinal bacterial overgrowth, como se le denomina en inglés), está implicado como causante de una gran variedad de trastornos intestinales, incluyendo IBS, fibromialgia, el Sindrome de Fatiga Crónica y el Síndrome de las Piernas Desesperadas en personas con IBS. Se ha notado que pacientes con el IBS presentan un alto porcentaje de SIBO.
Se considera un SIBO cualquier condición en la cual la parte proximal del intestino delgado (íleón y yeyuno) contenga un número mayor de 105 microorganismos por cada mL del jugo intestinal, por largos periodos de tiempo.
Los pacientes con SIBO no absorben bien las proteínas, las grasas, los carbohidratos, las vitaminas del complejo B y otros oligoelementos porque el sobrecrecimiento bacteriano altera el metabolismo del huesped, compite con el mismo por estas sustancias y a la vez las bacterias producen toxinas como residuos metabólicos que dañan la mucosa del intestino. Los síntomas del SIBO son similares a los observados en pacientes con IBS.
Para diagnosticar el SIBO en un paciente es necesario hacerle la prueba del hidrógeno de lactosa del aliento (LHBT, sus siglas en inglés). La lactosa es fermentada por las bacterias en el intestino y como resultado producen hidrógeno.
Sorprendentemente, un antibiótico generalmente utilizado para la diarrea de viajeros está ofreciendo una alternativa para tratar con buenos resultados el IBS.
En dos pruebas clínicas, un equipo de científicos liderado por el Dr. Mark Pimentel, médico del Sinai Medical Center de Los Angeles, emplearon un placebo y el antibiótico Rifaximina (genéricamente conocido como Spiraxina o Xifaxan) en 1.260 pacientes con IBS marcada con calambres abdominales y diarrea pero no constipación.
Cada uno de los pacientes recibió tres píldoras diariamente durante dos semanas sin saber si estaban recibiendo el medicamento o el placebo.
Después de cuatro semanas, un 41% de los que recibieron el antibiótico mejoraron con respecto a sus síntomas de IBS en al menos dos de las cuatro semanas, comparado con el 32% de los que tomaron el placebo.
A pesar de que no todos los pacientes se beneficiaron, el antibiótico Rifaximina ofrece buenas posibilidades de mejorar la salud de las personas que sufren de IBS.
Según los resultados de estos investigadores, una de las ventajas que Rifaximina tiene es su efecto duradero porque el intestino no lo absorbe bien, permaneciendo activo durante 10 semanas después del tratamiento de dos semanas. Las personas que recibieron el antibiótico reportaron una mejoría en su salud y continuaron sin molestias del IBS en comparación a los pacientes que solo tomaron placebos.
Al principio la idea de que la microbiota entérica juega un papel importante en el IBS resultó controversial. Pero ahora que los estudios clínicos han demostrado la importancia del SIBO, más médicos están recetando antibióticos para tratar el IBS.
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