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sábado, 22 de marzo de 2014

EL FANTASMA DEL HIMALAYA: IMPACTO DE LA AMBICION HUMANA EN LA BIODIVERSIDAD

Fuente: Boesi & Cardi (2009).


Por Gundhramns Hammer
22 de marzo de 2014
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El humano es sostenible 
solamente cuando está muerto.


Al principio son dos seres totalmente diferentes, llevando cada uno vidas aparte pero las fuerzas de la evolución los echará en su dominio y los juntará un día hasta convertirse en uno solo. 

Uno, un hongo de hábitos entomatófagos (Ascomycota, Ophiocordycipitaceae: Ophiocordyceps sinensis) extraerá la vida del otro, una oruga subterránea de polillas fantasma (Insecta, Lepidoptera, Hepialidae: Thitarodes spp.) para eventualmente el hongo transformarse en otro con una nueva apariencia.

El hongo se transforma quedando compuesto de dos partes pero conservando alrededor suyo el cuerpo fantasmal del ser que le dio la vida, el cuerpo de la oruga transformado en una masa compleja de filamentos de micelio denominada el endosclerocio, y un proceso alargado de micelio sólido montado en la que fuera la cabeza de la oruga que aflorará a la superficie de la tierra, la parte productora de esporas del hongo, el estroma  (Fig. 1). 


Figura 1. Ophiocordyceps sinensis: la famosa viagra o elíxir de la vida del Himalaya. Fuente: Wikipedia.



Ambas expecies se han convertido en un nuevo flujo de campos de energía compleja y organizada con vida para luego dar más vida en las miríadas de vueltas que da la Rueda de la Vida en el planeta Tierra.


El impacto de la ambición humana en la biodiversidad del Himalaya

El hongo Ophiocordyceps sinensis habita en los campos alpinos del Himalaya en Tibet, Nepal, Bhután y la India, prosperando entre los 3000 y 5000 metros de altitud.

En esas regiones también habitan varias especies de polillas nocturnas cuyas etapas larvarias llevan una vida subterránea durante cinco años antes de llegar a la etapa de la pupa y que son los huéspedes del hongo entomatófago. 

Las larvas de la especie Thitarodes armoricanus son la más comúnmente infectadas por el hongo Ophiocordyceps sinensis, de acuerdo a Boesi & Cardi (2009).

La infección de la larva subterránea ocurre en otoño (Fig. 2), cuando el hongo también dispersa sus esporas por medio del viento. Las esporas caen sobre las hojas de la vegetación y la larva de la polilla fantasma se infectará al ingerir hojas con esporas cuando sale del suelo a comer o las esporas entran en los poros respiratorios de la larva.

                                   Para agrandar figura, pinchar aquí.
Figura 2. La infección del huésped Ophiocordyceps sinensis: Fuente: Microbe Wiki.


Y así comienza la danza de la vida y la muerte entre las dos especies. Uno vivirá y el otro morirá. La vida se alimenta de la vida. 

El impacto de la ambición humana en la biodiversidad


Cuenta la historia que un día estando un pastor con sus ovejas arriba en las montañas del Tibet en un verano, él notó que las ovejas que comían los hongos O. sinensis, llamados por los tibetanos yartsa gunbuyatsa gunbu Dōng chóng xià cǎo, por los chinos, poco se enfermaban en comparación con aquellas que no los consumían. 

Eventualmente la historia de los beneficios en la salud llegó hasta los oídos de los emperadores chinos y se puso en marcha el negocio de esta maravilla del mundo natural.

A partir de ese momento perdido en el pasado comenzó el frenesí por la cosecha del yartsa gunbu. Y la fiebre por cosechar este hongo continúa hasta el presente.

Excepto que antes los tibetanos eran los únicos que se aprovechaban de los beneficios del O. sinensis (Fig. 2). En la actualidad, su fama se ha extendido por todo el mundo. Es uno de los hongos medicinales más importantes a escala mundial.


Figura 2. Tibetana cosechando Ophiocrodyceps sinensis. Fuente: Boesi & Cardi (2009).


En China, el consumo de este hongo se ha convertido en un auténtico tsunami económico (Video 1), el cual ya está amenazando la existencia de las especies de hongos y las polillas en el Himalaya donde se cosecha demasiado el hongo.


                          Video 1. La viagra del Himalaya: Ophiocordyceps sinensis.           


Un kilogramo de Ophiocordyceps sinensis puede llegar a tener un valor de 25.000 euros en algunos mercados orientales, por ejemplo en Hong Kong. 

Los chinos utilizan este hongo como afrodisíaco o para alargar la vida. Debido a esto el O. sinensis ya se conoce como la "viagra del Himalaya" o "el Dorado del Tibet". También lo consumen en sopas para mejorar el sistema inmunológico, combatir el cáncer, entre otros usos de la medicina tradicional china.

Para preparar el "elixir de la vida", los chinos o tibetanos usualmente colocan uno o dos hongos en una botella de licor y la colocan en un estante para que "madure". A los tres meses ya está listo para ser bebido una vez al día o a la semana, depende del gusto y bolsillo de la persona.

También la gente obsesionada por este hongo está expuesta a que le vendan gato por liebre en el mercado negro o el "legal"

Y a veces esta "liebre" puede ser un hongo que no es Ophiocordyceps sinensis, y por lo tanto corre peligro de comerse un hongo tóxico. 

Entonces, una persona por querer vivir más acaba bajo la tierra en el cementerio o el diablo se la levanta directamente en caso de haber tenido un contrato con el rey del infierno.

Por el momento, los componentes químicos del hongo Ophiocordyceps sinensis están siendo investigados en numerosos laboratorios alrededor del mundo. Ya se sabe que contiene ácido cordicepídico, nucleósidos, D-manitol, ácidos orgánicos, vitaminas del grupo B, aminoácidos, poliaminas, ácido glutámico, esteroles y unos 20 minerales (Illana Esteban, 2007).

Dado su gran valor en el mercado mundial no sorprende nada que se haya desatado una auténtica fiebre por cultivarlo en el laboratorio. 

Y sobre todo, por cosechar el Ophiocordyceps sinensis en plena naturaleza en el Himalaya y de esta manera los humanos (Homo insapiens) han puesto en peligro de extinción al hongo y su huésped. 

Estamos ante el impacto de la ambición humana sobre la biodiversidad del Himalaya.

Y ante la ambición del hombre no hay nada que se interponga. Da igual que digan lo que digan o que se inventen maneras llamadas "sostenibles" de usar los recursos del medio ambiente.

Tal como lo hemos dicho antes, el humano es sostenible solamente cuando está muerto. 


Referencias


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