Por Gundhramns Hammer
28 de febrero de 2014
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La Historia es
interesantísima. Leer un libro de un buen historiador es una delicia. Es un
sorbo refrescante. Es una mirada al pasado que está justo debajo de nuestros
pies, convertido en nosotros mismos.
Entre los
historiadores hay algunos que pueden ser catalogados como excelentes, su rigor
se hace notar en la manera cómo manejan los datos arqueológicos e históricos
para construir una imagen nueva del pasado, sin caer en la trampa de lo
subjetivo y lo soba leva.
Pero hay otros
que son pomposos y soberbios y poseen la habilidad de convertir la historia en
un velorio.
Después de
pasar por las aulas de la universidad, donde los estudiantes de historia son
sometidos como las olivas a una prensa de pensamientos, muchos historiadores
salen cuadriculados y lo único que saben hacer es escupir fechas y eventos
desconectados de la parte oculta del iceberg histórico.
Y los pocos
historiadores del bando oculto y que saben lo que nadie sabe, no lo cuentan
porque si lo saben los que no saben entonces a los que saben se les acabaría el
cuento de succionar la sabia a los que no saben.
Todos los
historiadores reciben un buen lavado de cerebro en la universidad hasta que
muchos salen miopes y con un cerebro repleto de extractos uniformizados y
listos para saber adornar lo que no necesitan adornar.
Por supuesto
todo debe ser adornado de acuerdo a los patrones de los patrones que hacen de
patrones sin ser patrones pero fingen ser patrones, que cuando escriben escupen
una secuencia de datos estrechamente hilados con intelectualidades pomposas y
egocéntricas dando como resultado un:
Bla...
bla... bla.... en 1856... bla... bla... bla....el capitán al frente de su ejército de caballeros.... bla...
bla... bla... luego surgió un percance fulminante.... bla... bla... bla... Pero
no se mostraron petulantes.... bla... bla... bla... De la nada, como un rayo
apareció el vengador.... bla... bla... bla... y atravesado por una bala perdida…
bla... bla... bla..., bla... bla... bla..., entonces, al despuntar el alba, murió nuestro héroe.
Toda una
mandurriería infinita, un show de alarde de manejar las retahilas de palabras
como todo un presidente de una academia de lengua, esos que viven del cuento,
felizmente rascándose las fábricas de espermatozoides o la puerta del castillo
y bebiendo vino tinto de cuando en cuando, y que, a estas alturas un
historiador acotado ya llevaría 200 páginas sólo para decir que ¡al
capitán le zamparon un tiro en el culo!
¿En el culo?
Oui, mon capitaine! ¡En el mero culo!
La historia
sin rodeos, sin tapujos, sin rimbombancias, resultaría muy interesante a las masas de estudiantes zombies y académicamente oprimidos y exprimidos, por ejemplo, si los promotores de aprendizaje, se supone, llamados maestros o profesores les dijeran: al capitan le zamparon un tiro en el culo.
Así es la
historia que muchas veces no es historia sino historia para mantener a los
tontos con historias para que no comprendan su historia y no se acabe la
historia de vampirizar las masas de gente aborregada con historias que no son
historia.
Nos la cuentan
bien adulterada, tergiversada y adornada. Salvo si perteneces al circulo interno. A veces ni allí. Y las masas de borrregos humanos gustan del pasto
ajeno aunque tenga mierda.
Y si es mierda
aunque bien adornada, mierda se queda.
¿Sabes tú cómo distinguir la historia de la historia que no es historia y que nos la venden como historia de la historia que de verdad es historia? ¿Sabes tú cómo
distinguir un buen historiador de otro lameculos?
¿Sí? ¿No?
Si, sí, hay esperanzas.
Si, no, estamos perdidos.
Post´s title translated (English):
HISTORY BLUNTLY: THE CAPTAIN WAS SHOT RIGHT IN THE ASS