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sábado, 23 de junio de 2012

LAS PATRONAS DE AMATLAN: LA LUZ DE LOS CENTROAMERICANOS

Por Salvatore Scimino
23 de junio de 2012




La generosidad es una gran virtud, más comúnmente encontrada entre los pobres. Hablo por experiencia propia de mis periplos por el mundo. A veces se lo quitan de la boca para regalártelo! En Africa, en América,  en Asia... donde sea siempre hay gente generosa. Son la alegría de este planeta!

Y en un mundo globalizado, donde el egoísmo se promueve por todos los medios, como dicen los panameños, "el juega vivo", ésta noble cualidad que puede brotar del corazón de nuestra especie, está volviéndose escasa.

No obstante el fuego de la caridad nunca se apaga ni jamás se extinguirá. La generosidad es la gracia divina que invade el corazón empático de aquel que se siente hasta la médula identificado con su prójimo, sea humano o no humano. 

Esta es la gracia con la que se encuentran los centroamericanos, quienes azotados por la pobreza emprenden un largo viaje en el tren de la muerte a través de México. Su meta es llegar a la tierra prometida, los Estados Unidos, en búsqueda de una mejor vida para ellos y su familia que han dejado atrás.

Los viajeros ya sean hombres, niños y mujeres, sufren todo tipo de vejaciones. Les asaltan, les maltratan, les apalean, aguantan frío y torrenciales lluvias, y sobre todo pasan mucha hambre. Es un viaje de más de 8.000 km.

Pero no todo es tristeza y congoja en el viaje hacia el norte. Reciben una buena bendición en el trayecto. Son agraciados con Luz. Les recibe con alegría y amor a medio camino. 

La Luz es un grupo de mujeres solidarias de la aldea La Patrona, de Amatlán de Los Reyes (Orizaba, Veracruz, México) que se dedican desde 15 años a darles alimentos y ropa a los viajeros del tren. 

A estas mujeres generosas se les conoce como "las Patronas de Amatlán". Para ellas el amor es algo que va más allá de las fronteras y las razas. La virtud de la generosidad la viven y la practican. Son un ejemplo excepcional de cómo construir un mundo mejor. 

Nos enseñan que no hay necesidad de ir a la escuela o universidad para aburrirse hasta morir con profesores sosos y estúpidos de egos inflados para aprender a desarrollar una labor social. Basta ser empático. Nada más.

Rebosantes de cariño y amor preparan diariamente cientos de bolsitas de frijoles y arroz, además de ropa y calzado, y se colocan pacientemente a orillas de las vías férreas, listas a espera del tren. 

Arriesgando su vida al pasar el tren cargado de emigrantes y que no se detiene, las patronas de Amatlán lanzan la comida para que la cojan a como puedan los polleros. Algunos de éstos se cuelgan del tren con una mano, se estiran hacia afuera y con la otra atrapan las bolsas ofrendadas por las patronas. 

Ha llegado la Luz en un mundo oscuro. Oscuro de egoísmo y codicia. Son los ángeles de los centroamericanos viajeros del tren.

                           Vivan las Patronas de Amatlán!!




Foto: Animal Político

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