28 de
octubre de 2012
En
el lenguaje críptico de la civilización chupotera del Homo
insapiens, la frase desarollo económico
equivale a decir joder
al planeta. Y ésto
todos lo hacemos muy bien. Todos jodemos a la Tierra y en el proceso
cavamos nuestra propia tumba. ¡Qué idiotas somos!
El sol
se perfilaba en el horizonte entre los árboles frente a la cueva.
Llovía torrencialmente afuera y el clan de homínidos ancestros del
hombre moderno no habían podido salir de su guarida. Hacía frío
esta mañana. Había cuatro mujeres, cinco niños y seis hombres,
incluyendo dos adolescentes y un viejo, que estaban sentados
somnolientos alrededor de un gran fogón. Una pareja se había
calentado lo suficiente para emprender sus quehaceres reproductores
en un rincón un poco oscuro y húmedo de la caverna.
Al
poco rato, de repente se oyó un grito ronco, largo, gutural y
jadeante, sonaba amenazador. Les pareció que procedía de afuera de
entre la espesa vegetación del bosque. A su imaginación llegaron
imágenes de un león que hacía un par de días que se había comido
un miembro del clan.
Rápidamente
los hombres se levantaron, saltaron y cogieron sus rústicas lanzas.
Se asomaron sigilosamente a la entrada de su madriguera, llevando las
puntas de sus armas amenazadoramente apuntando hacia adelante. No
vieron nada.
El
viejo no se había movido. Sonriente gruñó diciéndoles algo a los
hombres que habían salido a defender la familia, señalaba con su
dedo hacia la esquina de la cueva pero no le prestaron atención, lo
ignoraron.
Uno
de los cavernícolas asustados miró hacia atrás y descubrió justo
a tiempo que un joven salía de la esquina oscura de la caverna.
Llevaba los pelos de su saco reproductor un poco revueltos y
mojados, y se le notaba un cierto temblor en las piernas.
Este
trucutú acababa de cumplir con la llamada del instinto de la
reprodución, habiéndose revolcado con una hembra que él había
estado persiguiendo durante cinco días para pasar sus genes a las
futuras generaciones. La hembra abandonó el nido después de él,
saliendo más tarde porque se había quedado dormida sobre el lecho
de pieles.
El
grito que había sonado como el rugido de un león famélico y
diarreico e hizo cagarse de miedo a los hombres era sólo el furor
del fin de la faena reproductora del macho con su Dulcinea desde el
rincón de la cueva. Era la primera vez que el hijo del jefe en plena
adolescencia probaba el dulce de Venus.
Al
igual que su semilla abandonaba su estuche huevático, el sonido de
su alarido entrecortado había salido disparado hacia el exterior del
refugio y había chocado contra los enormes troncos de los árboles
frente a la caverna, produciendo un estruendoso eco pseudoleonino.
Nueve meses más tarde después del gran susto, la banda de
cavernícolas tendría un nuevo miembro en su tribu.
Los
hombres se relajaron, pusieron sus armas contra la pared y se
dirigieron de nuevo al fogón para calentarse su culo. Daba igual que
estuvieran abrigados con pieles piojosas, ellos temblaban de frío.
Las llamas del fuego danzaban y proyectaban amenazadoras sombras en
la pared de la caverna. A veces el viejo las utilizaba para
interpretar y sugerir buenos lugares donde conseguir comida. Y en
ciertas ocasiones las leyes de la probabilidad estaban de su parte y
acertaba.
De
esta manera el anciano se las arreglaba para hacerse el importante e
imprescindible para la banda de cazadores y evitar convertirse en
carne huesuda para una cena en tiempos de carestía. Las estrategias
de este viejo cavernícola florecerían miles de años más tarde en
sus descendientes, los políticos modernos.
Los
cavernícolas no estaban solos en la cueva. Sobre sus cabezas había
una colonia de murciélagos durmiendo y de vez en cuando los miembros
de la tribu comían mierda de quiroptero sin querer cuando miraban
hacia arriba con la boca abierta. Habiendo ya descubierto el fuego,
estos primitivos homínidos habían disparado el primer pistoletazo
de la carrera de la contaminación antropogénica de la Tierra. El
techo de la caverna estaba negro de ollín.
Los
hidrocarburos emanados del humo [alkanos, alkenos, hidrocarburos
aromáticos (bencina, tolueno, xileno, estireno), hidrocarburos
aromáticos policíclicos (polycyclic aromatic hydrocarbons, PAHs:
antraceno, bencinopireno, fluoranteno, fluoreno, pireno, reteno,
acenafteno, bifenil acenaftileno, naftaleno, fenantreno, etc.)] y las
sustancias mutagénicas y cancerígenas del asado de la carne de aves
y mamíferos (aminas heterocíclicas y PAHs, ver arriba) en un
ambiente cerrado como la cueva ya mellaban la salud de estos primates
incendiarios en aquellos tiempos.
Nada
de ésto nos cuentan los antropólogos y arqueólogos, tal vez porque
no se les ha ocurrido al estar entubados en su propia prisión de
especialización o, en muchos casos, si se enteran, porque no quieren
ir contra los grandes poderes económicos de la industria diabólica
de la carne.
Lo
que el consumo de la carne asada le dio a los ancestros del hombre no
fue un gran cerebro sino un débil intestino grueso susceptible a
enfermedades alimentarias.
Su
manía por la carne (cruda o asada) desbarató su microbiota
intestinal. Después de todo este simio desnudo (Homo insapiens)
es sólo un vehículo automata de las bacterias intestinales. Por
cada célula de su cuerpo tiene 10 bacterias y si
éstas, especialmente las intestinales, no están sanas y contentas
el hombre no está sano.
No
sólo somos prisioneros del espacio y del tiempo sino que también de
las bacterias de nuestra tripa. Nosotros somos los títeres y las
bacterias son los titiriteros.
Por lo
tanto, para el bien de todos, aceptémolo: el planeta Tierra no nos
pertenece a nosotros, el Homo insapiens. Decimos
insapiens porque es un mono imbécil, estúpido e idiota.
Y por
si acaso no estás convencido de ello ve a un vertedero de basura o
simplemente mira a tu alrededor o, mejor aún, échale una mirada de
despedida a tu propia cagada, a tu panettone tóxico, antes de
tirar de la cadena del váter.
La
Tierra pertenece a las bacterias y plantas y sus huéspedes los
animales. Y los hongos dan el toque final a esta maravillosa melodía.
Una maravillosa sinfonía en un planeta milagroso que nosotros
estamos contaminando y destruyendo.
En
fin, para acabar con nuestra historia de los micos pisones
(copulatorius) e incendiarios de la cueva, podemos decir que con
ellos el linaje del hombre había emprendido el camino hacia el
dominio imaginario de la naturaleza.
El
camino que le llevaría a arrasar la Tierra, acabar con otras
especies de animales y plantas.
Caminaban
hacia una sapiencia insapiente, su insapiencia, es decir hacia
su propio exterminio. Y esta especie de mono parlante ya está al
umbral de su propia tumba!!
La
cueva tóxica del hombre del siglo XXI
Los
cavernícolas de hace miles de años no tenían el problema de vivir
en una cueva tóxica construida con su propia mano, salvo por el humo
y el gusto de la carne asada o porque estallara un volcán en su
vecindario y los gases venenosos invadieran su agujero, el habitáculo
íntimo, la caverna natural del hombre era sana. Seguramente tan
tontos como sus descendientes del siglo XXI no lo eran. De lo
contrario no habría Homo insapiens.
En
cuestiones de construcción de sus casas, el Homo insapiens va
para atrás. En los países industrializados, las casas que sus
abuelos, bisabuelos y tatarabuelos construían con arcilla y piedra
natural y un poco de cal elaborada artesanalmente en los pueblos de
antaño podemos decir que sí eran ecológicas y por lo tanto sanas.
Las
casas modernas del los humanos actuales son cuevas artificiales donde
abundan materiales tóxicos y nocivos para la salud. Vivimos en
cuevas tóxicas.
Una
pared de una casa no es una mole estática sino que es algo dinámico
que interactúa intercambiando moléculas con el aire que le rodea.
Si su composición es sana esto se reflejará en la salud de las
personas que habitan la casa.
Los
pisos, los nichos que los humanos llaman “hogar” hoy en día, se
construyen a base de concreto (hormigón) donde se utilizan
sustancias químicas manufacturadas antes o durante el mezclado del
mismo. Los aditivos pueden ser agentes incorporadores de aire,
reductores de agua, retardantes, acelerantes y reductores de agua de
alto rango (HRWR).
Las
pastas de cemento de nuevo tipo incluyen materiales como fibras
cortas y polímeros solubles. Aparte de que a veces las constructoras
para cortar gastos compran cementos con puzolanas contaminadas de
procedencia oscura (mafiosa) pero más baratas.
Para
el acabado de la construcción interior se utilizan diversos
productos químicos, entre los cuales están los poliuretanos, las
pinturas, los plásticos, los barnices, los selladores y las resinas
artificiales.
Adicionalmente,
debemos recordar que la madera de acabado ha sido tratada con
biocidas en su punto de origen.
Tarde
o temprano estas jaulas de cemento (casas o pisos) serán
atiborradas por los inquilinos con muebles y tejidos tóxicos
matagente y matamascotas, pues contienen sustancias tóxicas tales
como retardantes o antiincendios halogenados (HFRs: BFRs, brominated
fire retardants; CFRs, chlorinated fire restardants; PBDEs,
polybrominated diphenyl ethers) causantes de diversas enfermedades en
humanos y animales (Tabla 1). Se calcula que una casa moderna
contiene unos 1.500-17.000 químicos antropogénicos peligrosos
para la salud.
Tabla
1. Enfermedades asociadas a HFRs. Datos extraídos de Schedler
(2008).
Sujeto
afectado
|
Enfermedad
|
Humano | Defectos de nacimiento |
Desequilibrio hormonal | |
Disfunción neurológica y reproductiva | |
Dificultades de aprendizaje | |
Retardación mental | |
Hiperactividad | |
Hipertiroidismo | |
Animal (gatos) | Hipertiroidismo |
A lo
anterior debemos agregar los problemas de salud de los perros y
roedores de mascota también asociadas a los HFRs en las viviendas
modernas. Estos animales padecen de leucemia, cáncer de riñón,
cáncer turbinal (nasal), adenomas colorectales, cáncer de mama y
cáncer de testículo (observación personal).
Como
consecuencia, la dinámica ambiental dentro de una habitación
moderna (la llamada Indoor Pollution o Contaminación Interior del
hogar) es tal que se generan numerosos gases, polvillo y otras
sustancias químicas nocivas que son parte del cuadro médico y
patológico de los urbanitas.
Hoy
día el número de niños asmáticos va en aumento y mucha gente
desde la niñez hasta adultos tienen bolsas, a veces de color oscuro,
debajo de los ojos. Los riñones, el hígado y otros órganos
funcionan estresados.
El
costo humano y social por estas sofisticadas construcciones modernas
llamados pisos es muy alto. Las personas que los adquieren acaban
enfermos por la preocupación y el estrés por las mensualidades
exorbitantes, y la deuda la pasan a sus hijos.
Los
que viven cerca de las construcciones están expuestos a una
infinidad de microcontaminantes que les afectan las vías
respiratorias, los riñones, el aparato digestivo, los sistemas
inmunológico y hormonal.
Según
la ICM (Internacional de Trabajadores de la Construcción y la Madera), los niveles de cáncer son elevados en trabajadores de la
construcción y la madera (Tabla 2).
Tabla
2. Las enfermedades de los trabajadores de la construcción y la
madera.
Tipo
de empleo
|
Enfermedad
|
Albañiles | Leucemia, linfoma, mioloma, cáncer de estómago, cáncer de pulmón |
Carpinteros | Cáncer sino-nasal, cáncer del pulmón, cáncer del estómago, cáncer de la vejiga, cáncer de riñón, cáncer de hígado, leucemia, cáncer del esófago, cáncer del aparato respiratorio |
Conductores de camión en trabajos de techado | Cáncer de pulmón, cáncer de la garganta, cáncer de vejiga, cáncer de la cabeza |
Chapistas | Cáncer del pulmón |
Ebanistas | Cáncer sino-nasal, cáncer del pulmón |
Electricistas | Cáncer de testículo, cáncer del escroto, anemia |
Escayoleros | Cáncer de estómago, cáncer de pulmón |
Fontaneros | Cáncer nasal, cáncer del pulmón |
Hormigoneros | Cáncer de riñón, leucemia |
Mamposteros | Cáncer del pulmón, fibrosis, silicosis |
Operadores de calderas | Cáncer de pulmón, cáncer de la garganta, cáncer de vejiga, cáncer de la cabeza |
Peones de construcción | Cáncer sino-nasal, cáncer del pulmón, cáncer del estómago, cáncer de la vejiga, cáncer de riñón, cáncer de hígado, leucemia, cáncer de la garganta, cáncer del esófago, cáncer del aparato respiratorio, cáncer de la cabeza |
Pintores | Cáncer del pulmón |
Techadores | Cáncer de estómago, cáncer del pulmón, cáncer de la garganta, cáncer de vejiga, cáncer de la cabeza |
Trabajadores del asfalto | Cáncer de pulmón, cáncer de la garganta, cáncer de vejiga, cáncer de la cabeza |
Trabajadores de impermeabilización | Cáncer de pulmón, cáncer de la garganta, cáncer de vejiga, cáncer de la cabeza |
Los
especuladores y banqueros salen excesivamente beneficiados, se
hinchan sus bolsillos y sus mujeres acaban deprimidas y con Síndrome
de Excesivo Shopping, si ellas se han conseguido uno que sea un poco
generoso.
Sus
maridos, ya sean banqueros o especuladores, se enviagran y sufren de
cáncer de próstata de tanto copular con sus amantes o el colon se
les pudre debido a tanta cena de reuniones carnívoras, entre otras
enfermedades (Tabla 3).
Tabla
3. Las enfermedades de los los banqueros y especuladores de
construcción.
Tipo
de empleo
|
Enfermedad
|
Banquero inmobiliario | Cáncer de próstata, cáncer de hígado, cáncer de páncreas, cáncer colorectal, cáncer de garganta, cáncer de estómago, úlceras estomacales, almorranas, venas varicosas en las piernas, enfermedad de Mondor del pene (venas varicosas en el pene), infarto cardíaco y otros problemas cardiovasculares, derrame cerebal, cáncer de pulmón, estrés nervioso, SIDA, enfermedades de transmisión sexual, etc., etc. |
Especulador inmobiliario | Cáncer de próstata, cáncer de hígado, cáncer de páncreas, cáncer colorectal, cáncer de garganta, cáncer de estómago, úlceras estomacales, almorranas, venas varicosas en las piernas, enfermedad de Mondor del pene (venas varicosas en el pene), infarto cardíaco y otros problemas cardiovasculares, derram cerebral, cáncer de pulmón, estrés nervioso, etc., etc. |
También
estos individuos codiciosos sufren de estrés por el trabajo o la
preocupación de que los fiscales de Hacienda les descubra sus
triquiñuelas relacionadas con los paraísos fiscales o porque las
autoridades antimafia o la DEA de EEUU les vigilan y pisan sus
talones por el lavado de dinero.
Y el
Estado, conformado por todos los contribuyentes, paga el pato (coste
social) por el alto número de personas enfermas con el culo roto o
podrido por las enfermedades asociadas al sector de la construcción
y la madera.
Por
otro lado, este sector beneficia a las empresas y laboratorios
farmacéuticos a largo plazo, debido a la alta demanda de sus
productos químicos por las clínicas y los hospitales para tratar
los problemas de salud de los trabajadores implicados en todo lo
relacionado con el boom inmobiliario.
En
países como España, la fiebre del cemento Portland, es decir el
boom inmobiliario, ha contribuido al desarrollo económico (=
joder el medio ambiente) de la sociedad moderna pero su
fabricación sustentada en el uso de recursos no renovables ha
generado la producción de grandes cantidades de gases de efecto
invernadero.
Además
de estar implicada indirectamente en la contaminación del suelo por
las excavaciones mineras para el hierro, el cobre y otros minerales
utilizados en la construcción y la destrucción de grandes
extensiones de bosques tropicales que se han necesitado para las
formaletas en la construcción y luego el amueblamiento de los nuevos
pisos.
En
cualquier parte del globo donde aparezca un boom inmobiliario, aparte
de ser una industria especulativa donde se juntan los inversores, los
banqueros, los ayuntamientos y la mafia, el resultado siempre es y
será totalmente destructor para el medio ambiente.
En
realidad, un indio en la selva amazónica tiene mejor calidad de vida
en una choza construida con materiales 100% naturales de la selva,
además de que cuenta con una alimentación sin aditivos ni
conservantes artificiales, que un urbanita que habita en la jungla de
cemento.
En lo
referente a la salud, las viviendas que los humanos habitan en las
ciudades son perjudiciales. El hombre en lugar de ir hacia adelante
ha ido hacia atrás.
¿Se
le puede llamar progreso a vivir en una casa construida con
materiales artificales tóxicos? La respuesta es obviamente no.
El
Homo sapiens se cree tan sapiens que en definitiva
acaba siendo totalmente insapiens en
su manera de vivir “civilizada” a base de biocidas, petróleo y
máquinas.
Ciertamente,
el hombre es un mono idiota! Absolutamente imbécil! Es un mono
parlante enculado consigo mismo. El Homo insapiens es un
fabricante de panettones tóxicos!
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