Por Salvatore Scimino
25 de agosto de 2012
Fuente: Freebies
La elegancia y sofisticada decoración de un baño moderno y su concepción de un espacio profundamente íntimo (Fig. 1), es sólo un disfraz para la necesidad biológica de evacuar los residuos del metabolismo corporal.
Figura 1. Baño sofisticado. Fuente: IA
El baño habla mucho de la persona que lo utiliza. Es una foto instantánea de la película humana. Es un microcosmos antropológico, sociológico y económico del devenir de la vida moderna del Homo sapiens.
En una casa o piso modernos para aquellos que pueden darse estos lujos, comprados o alquilados, el baño ocupa un lugar preponderante en su caja mental, compitiendo el puesto con el comedor.
El comedor es el polo superior, la entrada de los alimentos, el lugar donde se devoran los cadáveres de los animales vilmente asesinados o los de las plantas sin sol y cruelmente arrancadas de la vida sin ninguna misericordia, el lugar donde los humanos embrutecidos se emborrachan y rellenan la tripa excesivamente sin ninguna consciencia y consideración para los demás. Que te den si te han parido en el extremo de la cadena consumista (Fig. 2). Qué tristeza!
El baño constituye el polo inferior por donde sale lo que ha entrado arriba. Y con mucha frecuencia machaca con dolor y derrame de sangre los excesos, caprichos o descuidos de los golosos. Todo mundo se entera de sus alaridos de dolor y rabia a la hora de evacuar. Las farmacias se forran para apaciguar el fuego candente del polo sur. Lo que comes eso eres, ni más ni menos.
Esta sala de desagüe y descarga biológica suele tener en la estantería una serie de sustancias y productos para desbiologizar el cuerpo para hacerse más tolerable o presentable a los demás de la gran tribu urbana. En algunos países como Japón se ha llegado al extremo de consumir píldoras matapedos para evitar los olores del fin del mundo. Suponemos que tener una cloaca corporal ya les resulta algo aberrante que no deberíamos tener.
Los intereses económicos se aprovechan de estas debilidades sociológicas y psicológicas, algunas veces psicopáticas, de las personas, el deseo de disfrazar ese momento de la verdad cuando los humanos hacen comunión con la naturaleza, al menos corporalmente pues la mente suele divagar por otros lares.
Las empresas diseñan galletas mediáticas para que la masa de consumidores idiotizados caiga en la trampa de adornar el baño como si de un payaso que va a ir a un carnaval se tratase. Pero su productos sólo pueden llegar hasta la superficie de la piel por muy complicados y vistosos que sean sus adornos. De allí para adelante entramos en el universo de las rosas y ellas son las que mandan. Mientras haya vida, las rosas dictarán las reglas del juego, ya puedes ir por allí pretendiendo que eres un todopoderoso anodino e imperforado, las rosas te quitarán el disfraz.
Las rosas son el perfecto detector de mentiras del Homo sapiens. La boca de los humanos es un cañón de guerra disparador de sandeces, politiquería barata, bullicio incoherente, chorradas mareantes, abanico colorido de gramática estúpida egocéntrica y más frecuentemente un enorme big bang de mentiras, en cambio su fábrica de rosas siempre dice la verdad. Nunca miente.
El hombre cargado y debilitado por el peso de su civilización mecanizada y envenenada a la hora de las rosas demuestra ser una masa de carne efímera. Una simple caja biológica aberrante y mortal. Así acaban sus pretensiones, hasta que llegue a la próxima parada su autobús, el foso, donde será pasto de las bacterias y gusanos. Y aquí acabaran todas sus aflicciones.
Fuente: Wikia
+
Fuente: RG
LA DIETA DE PLANTAS ENVENENADAS
Fuente: wix
LA HORA DE LA VERDAD:
PROBLEMAS DE ESFINCTER O ERROR DE CALCULO DE LA MAQUINARIA
A todo le llega su fin. Los baños modernos y los coprolitos serán un auténtico quebradero de cabeza para los arqueólogos del futuro, si es que hay futuro para el tercer chimpancé (Homo insapiens). La polvareda en el horizonte barrunta extinción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario