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sábado, 12 de noviembre de 2016

SOBRE LA BATIDA DE CAZA MAYOR EN LA SELBA DE ALLUÉ


Lunes 7 de noviembre, 2016

Sobre la Batida de Caza Mayor de ayer en la Selba de Allué
 Impresiones traumáticas, soluciones inclusivas

Me llamo Selva, que en mi tierra de escribe con “b” y significa bosque. Vivo en Allué, un pueblo que estamos repoblando tres grupos familiares.
Nosotros acabamos de llegar como quien dice, como también la electricidad y el agua corriente. Las otras dos familias llevan 13 años desde que iniciaron la reconstrucción de sus casas. El día que estamos todos, somos siete habitantes.
Los que vivimos en Allué, y los que tienen casas para su tiempo de vacaciones coincidimos en nuestro amor por la naturaleza, la paz y la vida sana.
Mi profesión y pasión es el acompañamiento para la salud. Como médico de familia o de atención continuada en los valles del Pirineo de Huesca, como profesora de yoga y meditación, como chef vegetariana, como guía de retiros y ayunos, como masajista ayurveda y como especialista en fertilidad natural y consciente. Salud, bienestar, vida, naturaleza y coexistencia, son los principios que mueven mis días.
Hemos venido a Allué, y estamos creando Casa Vera, una casa para retiros de bienestar en la naturaleza y actividades que nutren la energía vital. Reconstruimos cada rincón de esta casa de piedra, con más de 200 años, resguardados por el precioso bosque de pino, carrasca y roble de los montes que nos rodean, la Selba de Allué. En el valle del Basa, al frente, nos saluda el sagrado monte Oturia, con sus ermitas enclavadas en la roca y cascadas. Estamos en el Serrablo, privilegiada me siento de honrar esta región repoblándola y trayendo de nuevo vida a la entrada de los Pirineos Oscenses.
La Selba de Allué es extensa, puedes caminar horas y días, sin encontrarte con nadie. Se tardan unas cuatro horas a paso ligero en alcanzar Artosilla, pueblo repoblado de la Guarguera, el valle sur adyacente.
Amamos el bosque, caminamos cada día en su perenne silencio; escuchamos sus riachuelos, sus aves, el chuchicheo de las hojas al bailar con la brisa; nos renueva como la mejor medicina que puede existir; nos bañamos en su gozo al volver la lluvia tras esta larga sequía; recolectamos plantas medicinales; jugamos al escondite con los corzos; meditamos, abrimos nuestro corazón y respiramos con los árboles siendo uno con ellos, desde sus raíces más profundas hasta el cielo de su copa. El bosque es medicina para el alma. Atrae la calma mental. Revive el cuerpo físico. Despierta la creatividad, la inocencia, las ganas de jugar, de reír, de abrazar, de Ser.
Ayer el bosque fue tomado por el estruendo de los cazadores. Nosotros ya estábamos dentro de sus contraluces matutinos cuando percibimos los primeros disparos. El invierno trae la temporada de caza al medio rural. Dicen que hay demasiados jabalíes y que hay que matarlos porque no hay depredador natural y son un peligro para los humanos y los coches en las carreteras. También dicen que hay que matar corzos y ciervos, y otros muchos de los seres que habitan sin maldad los montes. Se mataron los lobos tiempo atrás para criar las ovejas que luego alguien matará a cambio de dinero. Sin lobos cazar pasó de ser una ancestral técnica de supervivencia a un deporte social.

Qué supone que el bosque de mi pueblo sea tomado por los cazadores:
- El sonido escalofriante de los disparos de las escopetas o sus armas de fuego, se oyen cerca y resonando por el valle.
- El pertubador griterío de los cazadores llamándose entre ellos y a sus perros.
- El también pertubador griterío cuando quieren asustar a sus presas.
- El aullido de los perros agitados, excitados y a veces desesperados, olvidados y perdidos en el bosque durante días tras las batidas.
- El estremecedor llanto de dolor del animal abatido.
- El pueblo y sus caminos quedan minados por heces de los perros.
- La imagen aterradora de personas con sus brillantes armas al hombro caminando alrededor de mi casa.
- Los restos de casquillos que dejan tras sus huellas en los caminos.
- Y entre éstas experiencias la más traumática es cuando todo parece acabar y la patrulla vuelve con sus presas, arrastrando los cuerpos ensangrentados de los animales por el camino, el pueblo y la puerta de mi casa. Ayer arrastraban dos jabalíes asesinados, que eran jóvenes pero sin un hilo de vida. En el huerto estaba yo, y por enésima vez durante el día rompí a llorar, sintiéndome desubicada, mi humanidad incapaz de integrar lo que otros humanos hacían para ser felices.
- Ayer, en un bosque de la Jacetania, comarca vecina, un cazador mató a uno de sus compañeros. Le disparó y su vida acabó ahí. Como la de los jabalíes. El coto que vienen a batir desde que empezó la temporada es propiedad privada, rodea al pueblo hasta que empieza el coto del ayuntamiento de Sabiñánigo. El coto público está alejado y sólo se dan permisos dos veces al año para batirlo, lo que al parecer no es suficiente frecuente para resarcir los ímpetus de los cazadores de usar armas de fuego contra seres vivos del reino animal. Para el coto privado tienen licencia constante durante la temporada de caza.
Ayer se dedicaron a batir la zona inmediatamente lindante con el pueblo. La sociedad de cazadores que viene a depredar a los habitantes del bosque paga al propietario particular para alquilar los derechos cinegéticos del coto. Por tanto, otra de las consecuencias es que alguien gana dinero. También porque los cazadores han de pagar su tasa de federación anual a los organismos públicos Forestales del Gobierno de Aragón.
Más allá del negocio lucrativo que el deporte de la caza pueda generar, y de la propia contradicción entre los términos “deporte” y “caza”, me quiero centrar en crear y acceder a una forma sostenible de disfrutar del bosque, de la Selba de Allué. Encontrar la vía en que las repercusiones de nuestras intervenciones y de sus intervenciones en el hábitat del bosque no incurran en el abuso sobre la integridad física, psíquica o emocional de otro ser humano.
Los habitantes de Allué tenemos nuestras vida personal y familiar centrada en los hogares que estamos creando. El bienestar cotidiano del estilo de vida que llevamos es evidente y fácil de comprender por cualquier persona del medio rural o urbano. Nos gusta la naturaleza, la paz y la buena vecindad. Hemos comprado y levantado casas deshabitadas, reconstruido los caminos, y sobre todo los que llevan más años han conseguido que tengamos una pista de acceso, luz y hasta calles.
Cuando los cazadores llegan y aparcan en el pueblo, ellos y sus perros adiestrados se benefician del pueblo. Cuando llegan y ponen a la entrada del pueblo un cartel de “Peligro. Batida de Caza Mayor”, no son conscientes de que nosotros ya estamos dentro del pueblo o más peligroso aún, dentro del bosque y nunca leeremos su cartel a no ser que salgamos del pueblo. A Allué se accede por una pista sin asfaltar desde la carretera general y a continuación está el bosque. Entre el cartel y los disparos nos quedamos nosotros, los seres humanos, adultos y niños, y los animales que viven con nosotros en Allué. Expuestos a sus armas, berreos y a los desechos que dejan a su paso. Expuesta queda nuestra vida, nuestra seguridad, nuestros oídos, nuestras ganas de descansar y nuestra estabilidad psico-emocional.
Cómo sería tolerable para los habitantes de Allué compartir el bosquecon los cazadores:
- Sabiendo con semanas de antelación las fechas y zonas previstas para sus batidas y acordando mutuamente si la fecha concreta no repercute negativamente en la vida de los habitantes lícitos del pueblo de Allué. Por ejemplo, si el domingo pasado, al encontrarnos por sorpresa dentro de la zona de batida, hubiéramos tenido como invitada a una compañera embarazada le hubiéramos tenido que pedir que se fuera ante el potencial riesgo de aborto o parto prematuro que los ruidos aterrorizadores. Por suerte ayer no vino a visitarnos. Otro supuesto: si hubiera coincidido una batida con la boda que celebraron hace unas semanas nuestros vecinos con el Alcalde de Sabiñánigo en la abadía de la Iglesia de Allué hubiera sido el recuerdo más desagradable de su historia de amor.
- Accediendo al bosque desde la pista interna que transcurre dentro del bosque, la que se inicia en Yebra de Basa y sigue hacia la Guarguera. Por ahí los cazadores podrían entrar al bosque con sus múltiples vehículos. Desde ahí podrían caminar hasta la zona de batida acordada mutuamente con semanas de antelación. Se conseguiría evitar: que personas armadas caminen por el pueblo, que perros sueltos se desplieguen por el pueblo, que animales muertos sean arrastrados por las calles del pueblo y así evitar imágenes traumáticas y tortuosas tanto en los adultos como en los niños que viven y visitan Allué.
- Nunca cazar en el bosque colindante al pueblo, dejando un margen de seguridad de una hora ó 4 km entre el pueblo y los caminos que usamos lícitamente a diario para deportes pacíficos y por salud. Así no nos veríamos obligados a huir del bosque, como ocurrió ayer para proteger nuestra vida, mientras que los cazadores practicaban su deporte. Así el aterrador ruido que generan con sus armas, perros y voceos se escucharía más lejos y no nos veríamos obligados a irnos de nuestra propia casa, del pueblo y de la zona para disfrutar de un día de domingo tranquilo en familia. Esta zona actuaría a modo de Reserva a sus efectos.
- La posibilidad a consultar con expertos en la materia, pero que a simple vista restablecería el orden natural del bosque: reintrodución del depredador natural por antonomasia, el lobo.
Aullemos todos y todas para despedir a los hermanos animales que mueren por deporte.
Aúlla conmigo para que la Selba de Allué sea sostenible.
Aúlla conmigo por el poder de conectar con la vida desde el corazón.
Auu, auu, auuuuu

Selva

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