La hija del conde de Cheste subasta un cuadro para alimentar a más de 30 felinos callejeros de Valencia
Una vizcondesa de Barrantes, una apasionada de los gatos ferran montenegro
VALENCIA. Ésta es la historia de una vizcondesa que iba 
para pintora aficionada y ha terminado cuidando medio centenar de gatos 
callejeros en Valencia y Torrent. Es la historia de María Luisa Álvarez de 
Lorenzana Oliag, vizcondesa de Barrantes, hermana del Conde de Cheste, biznieta 
del alcalde de Valencia que impulsó el Parterre y la Glorieta (Luis Oliag), y 
biznieta también del fundador de la famosa Casa Sancho de la calle La Paz de 
Valencia. La misma mujer que de pequeña jugaba con los hijos del Duque de Feria, 
el Duque de Infantado o el Duque de Lerma. La que compartía clase en un colegio 
madrileño con la actriz Mia Farrow, y la que en un verano adolescente viajó en 
yate por Mallorca junto a don Juan de Borbón y su hijo, el actual Rey de España, 
tras hacerles la reverencia que ensayó durante días. Pese a su estirpe 
nobiliaria y aquel distinguido pasado familiar, esta mujer de 68 años ahora no 
parece más que una sin techo enloquecida por los gatos. Eso piensan, según 
cuenta ella misma, la gente que la ve cada día coger en Torrent el metro de las 
8.45 de la mañana en dirección a Valencia. 
Consigo arrastrar un carrito de 
la compra y algunas bolsas con tres sacos de pienso, seis litros de agua y 
algunas latas de atún. Todo es para sus gatos del centro histórico de Valencia. 
Primero va a la calle Tapinería, luego acude a Juristas y acaba su jornada en 
Sabateria dels Xiquets. Cada mañana, llueva o nieve, la vizcondesa de Barrantes 
alimenta a la treintena de gatos que habitan los solares de esta zona.
Lleva 
así desde hace casi tres años y medio. Justo desde aquel día de octubre de 2006 
en el que, por casualidad, mientras esperaba a que abriera una tienda de marcos 
de la calle Corretgeria para enmarcar sus óleos, María Luisa Álvarez de 
Lorenzana vio a un montón de gatos «famélicos y heridos». Les echó algo de 
comida y «se pelearon como fieras». «Fue espantoso», recuerda la vizcondesa. 
Ella nunca había tenido ningún gato. Su vida errante se lo habría impedido, pues 
de joven trabajó en el consulado de Bruselas, en una oficina del BBV de París, 
en un restaurante de Alemania y cuidando a señoras bien de Nueva York. Nunca, 
pues, había tenido gatos. Pero desde aquel día de octubre, la vizcondesa aparcó 
su afición a la pintura (que la había llevado a exponer en alguna galería de 
Menorca) y se dedicó a servir, en cuerpo y cartera, a los felinos de Valencia. 
María Luisa tiene el carné de colaboradora de la protectora de animales de 
Valencia que le autoriza, con el visto bueno del ayuntamiento, a alimentar con 
agua y pienso a la colonia felina del centro histórico del cap i casal siempre 
que ayude en la esterilización de los animales. En todo este tiempo, la 
vizcondesa ha llevado a esterilizar a 26 gatos y ha «eutanasiado» a otros 20 
nacidos con discapacidades severas, cuenta. Dice que cada mes se gasta «unos 500 
euros» en sus gatos de Valencia y Torrent, entre comida y veterinarios. A ese 
ritmo ha agotado ya una cuenta bancaria de 10.000 euros. Y suma y sigue. 
Es 
cierto que la vizcondesa no se queja demasiado. Sabe que lo hace porque quiere. 
Pero lamenta que el consistorio no le proporcione los recursos necesarios «para 
alimentar a los más desgraciados», en su opinión. Como su título nobiliario 
puede llevar a engaño, María Luisa precisa: «Yo no tengo dónde caerme muerta y 
tengo deudas porque en esto me he gastado todos mis ahorros. Pero es que se les 
coge mucho cariño…», justifica. 
Ahora, la asfixia económica ha hecho que la 
vizcondesa subaste uno de los cuadros pintados por ella para recaudar dinero. 
Todo irá destinado a la compra de comida y el cuidado de sus casi 50 felinos. El 
óleo retrata a Marilyn Monroe ligera de ropa y con un perrito a sus pies. 
Permanece expuesto en la tienda Kanda Books de Valencia, una librería de viejo 
que vende títulos en diferentes idiomas. El ticket para participar en la subasta 
cuesta 10 euros y se puede comprar en la misma librería, situada en el número 18 
de la calle Tapinería. Por ahora se han recaudado 210 euros, y María Luisa 
espera que su Marilyn reporte, como mínimo, 500 euros.
Maltratada en la calle
Como tantos otros alimentadores de gatos (muchos de 
ellos ilegales), la vizcondesa de Barrantes cuenta que a ella también la han 
maltratado en la calle. En Sabateria dels Xiquets hay señoras que la ayudan y le 
dedican «palabras amables». Pero no ocurre así en Tapineria. «Allí me han 
insultado, he sufrido amagos de atropello, les han arrojado cristales a los 
gatos y, una vez, el capataz de una obra me dejó encerrada para reirse de mí», 
relata. Pero nada de ello ha desanimado a María Luisa, ahora viuda. «Me dedico a 
los gatos y cada vez los quiero más», confiesa. Es la palabra de una mujer que, 
antes que vizcondesa, se considera «una servidora de los gatos».
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Somos el átomo observándose a si mismo pero en el proceso nos hemos enfermado. Y la enfermedad es contagiosa y mortal.
Referencias
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